Los románticos
como Byron y Shelley creían que la música es el lenguaje universal, capaz de
traspasar las barreras nacionales y evocar la trascendencia de lo sublime, en cierta
manera la clave para desentrañar el lenguaje celestial, el orden divino al que llamaban “la música de las
esferas”. Obviamente, los muy suertudos nunca habían oído reggaetón.
La música es un
componente vital del séptimo arte, capaz de insuflar en una película tono, estado
emocional, tema y leitmotif, entre muchas otras funciones. La asociamos con los
mejores momentos, las emociones más intensas y con la síntesis del film en su
conjunto. Pero hoy no vamos a hablar de bandas sonoras, sino de números
musicales: secuencias en las que uno o más personajes cantan (y, opcionalmente,
bailan) directamente a la pantalla una canción que se relaciona directamente
con lo que está sucediendo.
Quiero
establecer cuatro de las guías principales de las que me he servido. 1) Las
películas no tienen por qué pertenecer al género musical; 2) El número musical puede
ser diegético (es decir, los músicos forman parte de una interpretación y
actúan sobre un escenario) o extra-diegético (es decir, la música no forma
parte de la “realidad” externa establecida por la ficción, sino que es o bien
un soliloquio cantado o un diálogo entre personajes representado con música y
danza); 3) Las películas de dibujos animados también cuentan; 4) Admito
canciones que no sean originales del musical, de modo que se permiten Musicales
Jukebox como Mamma Mia! o El Submarino Amarillo.
NO admito como
ejemplos válidos música perteneciente a la banda sonora que no esté siendo
interpretada por los personajes de la película, como los gags visuales que
caracterizan buena parte de la filmografía de Edgar Wright.
Habiendo dicho esto, empecemos. *Ahem* Mi mi mi mi miiiii...
#1 Singin´in the Rain (Cantando bajo la lluvia, Gene Kelly & Stanley Donen, 1952)
#2: El Espantpájaros, el Hombre de Hojalata y el León Cobarde/Nos vamos a ver al mago (El Mago de Oz, Victor Fleming, 1939)
https://www.youtube.com/watch?v=nauLgZISozs
https://www.youtube.com/watch?v=PU_QsEnogTg
https://www.youtube.com/watch?v=x8QaNa2ZFiY
https://www.youtube.com/watch?v=34JPUTJd2V8
https://www.youtube.com/watch?v=BMBil4FkLKc
#3: Si yo fuera rico (El Violinista en el Tejado, Norman Jewison, 1971)
https://www.youtube.com/watch?v=RBHZFYpQ6nc
#4: Migas de Pan (Mary Poppins, Robert Stevenson, 1964)
#5: Getsemaní (Jesucristo Superestrella, Norman Jewison, 1973)
https://www.youtube.com/watch?v=Nv-CsctQ72g&list=RDNv-CsctQ72g&start_radio=1&t=5
Gracias por leer. ¿Estás de acuerdo, o en desacuerdo? Comenta y comparte, y estáte atent@ a artículos futuros.
Aquí os paso el link al artículo paralelo de Miguel en El Vertedero de Ideas:
https://elvertederodeideas.wordpress.com/2019/10/17/top-5-escenas-musicales/?fbclid=IwAR1Ecw9N_L4o7wAyZtta2oQmoob3Cu8IGm3PXbqcOWkO08D-CDr3KOkIzGQ
Y de Leticia en La Pesada:
https://lapesada.wordpress.com/2019/10/17/top-5-escenas-musicales/?fbclid=IwAR1L11Eb1ZoCAdiyr21_2IRuEs2SdUBPtMtEiSk6OPTzmIcg8uKH_-ueA3Q
A veces, no existe
nada como el virtuosismo. En el caso que nos atañe, Gene Kelly es a la danza lo
que Velázquez a la pintura. Posiblemente su mejor exhibición de habilidad pura
fue en el clásico Cantando bajo la Lluvia, uno de los filmes primigenios sobre
el tema de la industria cinematográfica. Este clásico trata de cómo varios
actores de Hollywood intentan de sobrevivir y medrar durante la transición del
cine mudo al cine sonoro y de las frustraciones y vicisitudes que padecen al
procurar adaptarse al nuevo medio. Los protagonistas, Kathie (Debbie
Reynolds), Cosmo (Donald O´Connor) y Don Lockwood (Gene Kelly) han pasado la
noche entera tratando de solventar el problema irresoluble: ¿cómo hacer que la
estrella del cine mudo Lina Lamont pase por una seductora y elegante dama cuando tiene
peor dicción que un jamelgo borracho? Si no lo logran, la cinta con la que
estrenarán sus voces será su primera y última película hablada.
¿La solución? Inventan
el playback. ¡Problema resuelto! ¡Salvados! (O eso creen…van por la mitad de la
peli). Suspiran de alivio y, después de besar a Kathie, Don se marcha a su
casa, contento de que haya luz al fondo de su túnel. Su carrera tiene futuro.
Llueve que diluvia, pero ¿a él qué le importa? En lo que a él se refiere, sólo
hay alegría. Canta bajo la lluvia.
Un detalle curioso que aprendí de La Sexta Tres (¡Cielos, cómo echo de menos ese canal!) es que el agua en esta escena está, en realidad, mezclada con leche, ya que el agua sin más no era lo bastante visible para verse bien en las cámaras de la época. Es sólo una trivialidad interesante.
La música y el
baile es, sin duda, un ejemplo clásico del Hollywood de la Edad de Oro, acaso un pelín cursi y empalagoso, pero un dechado de su clase no obstante. Es una
manifestación excelente de una idea, que sin importar lo gris y desagradable
que sea el día, no le faltan motivos para bailar. Tratar de explicar por qué es tan perfecto es como tratar de explicar por qué el Oporto es exquisito, o por qué los atardeceres resultan hermosos.
Hm…tanto ver
paraguas me está haciendo pensar en algo…
Otro clásico. El Mago de Oz se considera la primera
película en usar el color como elemento narrativo (había películas más viejas a
color, pero ésta fue la primera en transmitir información de trama por medio del color
mismo). En esta aventura inolvidable, la joven Dorothy (Judy Garland), de
Kansas, y su perrito Toto, se ven transportados durante un huracán a un país
mágico, donde se ven amenazados por la Malvada Bruja del Oeste, que quiere matar
a la chica para conseguir sus zapatillas de rubí. Para poder volver a casa,
Dorothy debe pedir ayuda al Mago que vive en la Ciudad Esmeralda, atravesando
el país de Oz por el Sendero de Ladrillos Amarillos. En ese trayecto, se topará
con tres amigos inseparables: un Espantapájaros sin cerebro, un Hombre de Hojalata
sin corazón y un León sin agallas.
Lo admito, aquí
estoy haciendo trampa. Un poco. Más o menos. Lo que expongo aquí es, en
realidad, un conjunto de tres números musicales casi idénticos, interpretados
por distintos personajes, unidos por una pieza musical común. En efecto, la
introducción del Espantapájaros (Ray Bolger), el Hombre de Hojalata (Jack
Haley) y el León Cobarde (Bert Lahr) está dividida con cada personaje. Dorothy
avanza por el camino, entabla conversación con un colorido personaje (o busca
pelea con unos árboles con mala leche), le pregunta al personaje cuál es su
problema (les falta, respectivamente, un cerebro, un corazón y coraje), el cual
se lo explica con una canción y ella les propone que vayan con ella a ver al
Mago de Oz, momento en el cual irrumpen en la inigualable estrofa:
Noooooooooos
vamos a ver al mago, el fantástico mago de Oz…
En todo caso,
considero que este conjunto de canciones y escenas forma un total mayor que ha
de ser evaluado como tal. Y como tal, es sencillamente brillante, con música
inigualablemente saltarina y letras ingeniosas y hábiles (¡No te pierdas lo que haría el Espantapájaros con sesera!). Pocas canciones me
producen semejante sensación de alegría y deseos de aventura. Es básicamente la
música que toca mi cerebro (yo sí que tengo) cada vez que salgo de viaje.
https://www.youtube.com/watch?v=PU_QsEnogTg
https://www.youtube.com/watch?v=x8QaNa2ZFiY
https://www.youtube.com/watch?v=34JPUTJd2V8
https://www.youtube.com/watch?v=BMBil4FkLKc
#3: Si yo fuera rico (El Violinista en el Tejado, Norman Jewison, 1971)
Dejando a un lado
los musicales de Hollywood de Oro y de la Ópera Rock (hablaré de ello más
adelante, tranquil@s), vamos a darle a esto un toque más folclórico: hablemos
de musicales con melodías que no pertenecen al clásico panorama de Hollywood
WASP. No, no voy a decir nada sobre Bollywood, porque eso será tarea de
alguien que sepa más que yo al respecto. En cambio, sí que me interesa una
película como El Violinista en el Tejado,
que imita las melodías y sonidos de la música rusa y del pueblo judío.
En la Rusia
zarista de finales de siglo, seguimos las desdichas de una comunidad
constantemente acechada por los pogromos cosacos, y en particular las de un
granjero llamado Rev Tevye (Topol). Tevye es un buenazo, un hombre humilde y de
buen carácter, pero más que un pelín listillo, el cual habla con Dios de tú a
tú, meditando, quejándose y a veces hasta cotilleando con Él.
Tras un largo
viaje por el pueblo empujando una carreta llena de leche (Tevye le pregunta a
Dios “¿De verdad era necesario que se le rompiese la pata a mi burra?”),
regresa a su hogar, agotado y justo después de discutir con su tonante esposa.
Mira al cielo, debatiendo con Dios por qué tuvo a bien que naciese pobre. La
canción que representa la meditación es pegadiza como ninguna otra, además de
ser algo que todos entendemos: un fantaseo de lo que haríamos si tuviésemos más
de lo que nos ha tocado en la vida.
Resulta bonito ver los deseos de un hombre como Tevye:
están las cosas obvias, como tener una casa más grande, con buenos materiales,
ser admirado y respetado por todos, etc. Uno que a mí me llama la atención: los
momentos en los que piensa en su esposa con un cariño que no se nos hace
evidente durante sus conversaciones (siempre regañándose mutuamente). El más
entrañable, sin duda, es que si tuviera dinero, tendría tiempo para poder estar
en la sinagoga y estudiar los textos sagrados. Para él ese sería el auténtico
beneficio de la riqueza: no los placeres materiales, sino tener más tiempo para
acercarse a Dios. Con todo y todo, Tevye es un hombre de decencia enternecedora, y
el conocer su alma abierta ante todos, en una canción así de entretenida y pegadiza le desarma a
uno por completo.
https://www.youtube.com/watch?v=RBHZFYpQ6nc
#4: Migas de Pan (Mary Poppins, Robert Stevenson, 1964)
¿Cuál es la
enfermedad más infecciosa de todas? No, no es el Troyano que he metido en tu
ordenador. El virus más infeccioso de todos es una idea, una simple idea que
arraiga en el fondo de tu mente. Eso, al menos, es lo que nos enseña Leonardo
Di Caprio en Origen, el Ocean´s 11 del Subconsciente. Si plantas una idea en el fondo de la mente de alguien, fundamentalmente alteras su ser. De una manera un tanto
curiosa, la niñera mágica Mary Poppins (Julie Andrews), prácticamente perfecta
en todo (yo no se lo voy a discutir), hace algo muy parecido con esta bella
nana: Migas de Pan.
Con la hermosa
voz de Andrews arrullándonos, nos cuenta que hay una mujer que alimenta a las
palomas en la Catedral de San Pablo, y anuncia que vende, vende, vende migas de
pan. Lo que hace tan genial esta canción (aparte de hacer que yo, un zaragozano, sea capaz de sentir amor por las palomas, cosa generalmente
imposible) es que está aleccionando a los niños, y por medio de ellos al Señor
Banks (quien realmente necesita aprender). Porque lo que Mary Poppins les
(¡nos!) está enseñando es a apreciar aquello sin ningún valor extrínseco. Puede
que te digan que debes invertir tus dos chelines en el banco para poder hacer
dinero, pero en realidad es mejor usarlo para dar de comer a las palomas. ¿Y
por qué?, preguntaría un confuso Señor Banks. ¿Qué beneficio tiene, qué sacas tú
de alimentar a las palomas? Y la respuesta es obvia. No sacas absolutamente
nada. Eso es lo que lo hace tan maravilloso.
Más adelante,
cuando Banks ha sido despedido de todas las maneras menos oficialmente, camina
lentamente hacia el banco, como un preso andando por el patíbulo donde tendrá
lugar su ejecución. La música que suena mientras medita es, precisamente, la melodía
de Migas de Pan, lo que nos indica sin ambigüedad que es precisamente en
aquella lección en la que medita. Y es gracias a esta nana que el bueno de
Banks puede aprender el significado de la palabra súpercalifragilisticoexpialidoso (estoy casi seguro de haberlo escrito mal).
https://www.youtube.com/watch?v=T5Wb_sTdJVg
https://www.youtube.com/watch?v=z0R9kEnu4zo
https://www.youtube.com/watch?v=T5Wb_sTdJVg
https://www.youtube.com/watch?v=z0R9kEnu4zo
¡Más paraguas! ¿Qué me está pasando? |
Por algún motivo no dejo de pensar en...paraguas...y en la Revolución de nuestro Tiempo... |
Por último están
los números que descorren el velo y nos muestran lo oculto en el alma humana. Una cosa es que un
personaje nos cante sus deseos e intenciones, pero a menudo nos hacemos una
idea de quiénes son por medio de su forma de hablar, de moverse y de comportarse.
Pero luego están aquellos personajes que se mantienen un poco alejados,
emocionalmente distantes y enigmáticos. Te preguntas lo que estará pasando
dentro de sus cabezas, qué clase de pensamientos tendrán. Y entonces se ponen a
cantarlos con el poderío de un huracán.
Es el caso, sin
duda, de Jesús de Nazaret (Ted Needly) en Jesucristo
Súperestrella. Ya hablé sobre ésta Ópera Rock de Broadway transformada en
película en la lista de 5 Introducciones de personajes (si te interesa, he aquí
el link: https://larealidadlaficcion.blogspot.com/2019/09/hay-una-famosa-anecdota-en-la-que-el.html). Es una reinterpretación de los Evangelios desde un ángulo más
existencialista, haciendo preguntas sobre la identidad del Mesías cristiano sin
dar respuestas claras. Lo interesante del musical es que, aunque Jesús es el
centro de la acción, y todas las decisiones de los personajes orbitan en torno
a su figura, la perspectiva desde la que vemos los acontecimientos es la de los
que le rodean: Juan, María Magdalena, Caifás y Anás y, especialmente, Judas
Iscariote. Los personajes se preguntan cómo entenderle, cómo amarle, qué hacer
con él si las cosas se van de mano. Y de boca de Jesús, poco más que alguna
línea críptica, un barrullo con los comerciantes en el templo y grito de agonía
entre los leprosos (¡Dejadme en paz!). ¿Qué puede estar pasándole?
La gota que colma su vaso es cuando, en el jardín de Getsemaní, Judas discute con él por última vez y le
abandona (Por cierto: ¿Qué clase de insulto es “mandarina pocha”?). Jesús,
visiblemente herido en el alma, ve cómo Judas sale corriendo, mientras los
apóstoles miran sin comprender. Cae la noche, y todos duermen, pero no Jesús. Sale
a andar a solas, eleva sus ojos al cielo y habla con Dios Padre, en una
variación de su famoso rezo de “Aleja de mí ésta copa”. Es una canción que
expresa terror. Puro terror existencial. Si sigue adelante, le matarán, y hay
pocas cosas más horribles que la muerte por crucifixión. ¿Y por qué motivo?
¿Por qué causa le dice el Padre que ha de morir? Ya no lo tiene claro. A medida
que la canción avanza, a Jesús se le ve más y más frustrado, incluso enfadado,
culminando en una poderosa nota alta (extremadamente difícil de alcanzar para
cualquier cantante). “¿¡Por qué he de morir!?”. Este Jesús, que hasta ahora ha sido críptico y circunspecto, ahora se abre a nosotros y le vemos en su humanidad con una de las canciones más impactantes de todas.
Siendo claro, como cristiano,
yo creo que Jesús es el hijo de Dios. Pero he de admitir
que éste musical, y ésta canción en particular (la cual, creo importante
añadir, no fue escrita por cristianos tratando de evangelizar), le ayudan a uno
a no olvidar que, además de todo, Jesús fue también un hombre como cualquier
otro, y que el miedo a la muerte y la necesidad de saber si nuestra vida ha tenido un propósito es algo que, en el fondo, tenemos todos en
común. Pese a ser una perspectiva alternativa al Evangelio, es una con un valor artístico difícil de igualar.
Gracias por leer. ¿Estás de acuerdo, o en desacuerdo? Comenta y comparte, y estáte atent@ a artículos futuros.
Aquí os paso el link al artículo paralelo de Miguel en El Vertedero de Ideas:
https://elvertederodeideas.wordpress.com/2019/10/17/top-5-escenas-musicales/?fbclid=IwAR1Ecw9N_L4o7wAyZtta2oQmoob3Cu8IGm3PXbqcOWkO08D-CDr3KOkIzGQ
Y de Leticia en La Pesada:
https://lapesada.wordpress.com/2019/10/17/top-5-escenas-musicales/?fbclid=IwAR1L11Eb1ZoCAdiyr21_2IRuEs2SdUBPtMtEiSk6OPTzmIcg8uKH_-ueA3Q
La semana que viene, hablaremos de Cinco Escenas Acción: Batallas. ¡Hasta pronto!
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