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A veces, todo cobra sentido. Una inspiración, un destello o la palabra exacta en el momento justo, y las escamas caen de tus ojos. Ahora puedes ver la totalidad de lo que sucede, la imagen en su conjunto. Estas son cinco grandes secuencias de revelación en el cine, en las que un personaje y/o el espectador obtiene una pieza de información vital que re-contextualiza los eventos de la película.
Mi amigo Miguel, de El vertedero de ideas, y yo, nos hemos propuesto a hablar de Cinco Escenas de Revelación, cada uno en su blog. En el futuro hablaremos de otros tipos de escenas, como tiroteos, musicales, terror, etc. Éste es el link a su artículo paralelo:
https://elvertederodeideas.wordpress.com/2019/10/10/top-5-escenas-de-revelacion/?fbclid=IwAR2R2ZaljjfOolqmm0jf60hzupW9g4E_L1D6ZRXF4gqrJ9ymhKjhu-nNnQE
Antes de empezar, creo necesario hablar sobre spoilers. Como debe de ser obvio, esta página va a contener SPOILERS MASIVOS para cada film que mencione. No todos van a ser giros inesperados (algunos serán quizá predecibles), pero todos son secretos revelados a personajes y espectadores. Por lo tanto, si no has visto las películas indicadas más abajo, es posible que quieras saltarte la entrada pertinente. No obstante, para las personas súper-sensibles respecto al tema, no considero que sea un spoiler el mero hecho de mencionar la película. No debería sorprender a nadie que una película contenga sorpresas. Asimismo, también he de señalar que, en muchos casos, leer u oír un spoiler no tiene por qué arruinar la película. Si un filme es bueno, que te estropeen una sorpresa no va a arruinarte la experiencia. A mí me chafaron el giro en El Sexto Sentido muchos años antes de que la viera, y aún así me pareció muy buena. Es sólo con cintas mediocres (como Shutter Island) que esto puede resultar un problema, ya que, si no hay sorpresa, la película no tiene nada más que ofrecer. Así que, si al leer esta página te hago algún spoiler, lo siento de veras, pero también espero que sirva de incentivo para que veas la película en cuestión.
Dicho eso, las películas que pienso destripar son, en orden:
-Watchmen (Zack Snyder, 2009)
-El Padrino (Francis Ford Coppola, 1972)
-Arma Fatal (Edgar Wright, 2007)
-Chinatown (Roman Polanski, 1974)
ADVERTENCIA: La sección que habla sobre esta película discute temas de maltrato sexual. Si leer sobre ello puede causarte dolor o malestar, es mejor que te saltes el párrafo referente a Chinatown.
-El Tercer Hombre (Carol Reed, 2009)
Las explicaciones de las escenas per se estarán después de la advertencia.
# 1: La mayor broma pesada en la historia de la humanidad (Watchmen)
Empecemos por lo
obvio: la escena en la que el villano muestra a los héroes la verdadera
naturaleza de su plan, todo un clásico del género de superhéroes. Y, como suele
ser el caso, el cómic Watchmen, y su
adaptación cinematográfica, es posiblemente la subversión más brillante de ese
estereotipo. Ideado como una deconstrucción trágica de las historias
tradicionales de superhéroes, Watchmen cuenta la historia de cómo unos antiguos
justicieros enmascarados desentrañan una conspiración que les involucra a
ellos, al superhumano Doctor Manhattan (un humano que obtuvo poderes cuánticos casi divinos; interpretado por Billy Crudup) y al inminente desastre nuclear entre
los bloques Americano y Soviético.
Al avanzar la
historia, Rorschach (Jackie Earl Haley), un detective enmascarado de carácter psicótico e intransigente,
y Búho Nocturno (Patrick Wilson), un superhéroe tecnológico recién regresado a la aventura, han
logrado sobrevivir a intentos de asesinato, redadas policiales y una fuga
carcelaria, y han encontrado pistas que les guían al centro de la conspiración:
Adrian Veidt (Matthew Goode), un antiguo aventurero con capa como ellos (usaba el nombre de
Ozymandias, en honor a su héroe, Alejandro de Macedonia), ahora retirado y
convertido en magnate y filántropo, parece estar detrás de la desaparición del
Doctor Manhattan y el empeoramiento de la Guerra Fría. ¿Pero por qué?
Los dos
superhéroes embarcan en la que podría ser su última aventura, a la base de
Ozymandias en nada menos que la Antártida, dispuestos a enfrentarse a un
enemigo de tal intelecto, astucia tecnológica y pericia marcial que es,
fundamentalmente, el hombre más peligroso de la tierra. Rorschach y Búho
Nocturno se infiltran en su magnífica guarida, llena de pantallas de televisión,
pero no logran sorprender a su antiguo aliado, ahora enemigo, y deben luchar
con él. No tenían ninguna posibilidad, Veidt los zarandea como si fueran
cachorros. Encima, para hacer que esto
sea todavía más humillante, les cuenta su plan en detalle mientras pelean. Les
dice que lo que pretende hacer es salvar a la humanidad del peligro de guerra
nuclear, asustándola con una amenaza mucho mayor. Concretamente, la del
superhumano Doctor Manhattan (es ligeramente distinto en el cómic, pero eso no importa ahora). Ha arreglado el auto-exilio del Doctor y ha
plantado diversas bombas cuánticas en las ciudades más importantes de la
Tierra. Cuando estallen y causen millones de muertes, todo el mundo pensará que
fue Manhattan quien lo hizo, aliándose en un frente común y asustándose del
verdadero poder destructivo de la energía atómica. En esencia, pretende salvar
a la especie humana engañándola por medio de una masacre.
Obviamente, Búho
Nocturno y Rorschach no van a permitir que Ozymandias cometa semejante atrocidad.
Al fin y al cabo, no son los mejores (Rorschach, de hecho, es el peor), pero
siguen siendo superhéroes. Y entonces Veidt revela el verdadero golpe de
gracia. Sencillamente les dice:
“¿Qué te crees,
que soy un villano de cómic? No iba a contaros mi plan maestro si existiera la
mínima posibilidad de que me lo impidierais. Lo hice hace treinta y cinco
minutos”.
Y entonces vemos la bomba estallar en Nueva York.
La mejor
subversión de cliché imaginable. Durante su viaje a la Antártida, Rorchach y
Búho Nocturno han perdido comunicación con el resto del planeta, y han llegado demasiado tarde, no han logrado impedir una horrible matanza y lo único que han
conseguido es que Ozymandias les dé una lección sobre sociología.
#2: El Bautismo Sangriento (El Padrino)
Continuemos con una escena que no es sorprendente por su contenido, sino por su ejecución.
Por sus múltiples ejecuciones, a decir verdad, pero me estoy adelantando. No
necesitas que te diga que El Padrino
es una de las películas más importantes e influyentes de la historia del cine,
además de seguir estando entre las mejores. En ella hemos acompañado a la
familia criminal de los Corleone en su decadencia al verse amenazada por las
distintas mafias de Nueva York y Sicilia, todas ellas encantadas de matarlos. Y
es que los Corleone se negaron a unirse a los Tataglia y otras familias en el
tráfico de drogas (al parecer, la prostitución, el juego ilegal, los sobornos y
la extorsión son negocios honorables, pero la cocaína es inadmisible. En fin).
Don Vito (Marlon Brando) muere de causas naturales, y Sonny es brutalmente asesinado de tal
manera que Bonnie y Clyde le dirían que bajara de tono. Por su parte, Michael (Al Pacino),
en su exilio en Sicilia, sobrevive a un atentado contra su vida. En resumidas
cuentas, los Corleone, liderados por el recién retornado Michael, se ven
obligados a rendirse a la presión de las otras familias, humillados y quitados
de su soberbia.
O eso es lo que
piensan los Tataglia y compañía.
Michael acude al
bautismo de su ahijado, y tiene lugar una de las secuencias más extraordinarias
de todas, una obra de virtuosismo del montage.
Tras cada parte del ritual de bautismo, un Corleone emprende el sangriento
asesinato de un mafioso rival. Con la música en febril crescendo, el montaje
crea una horripilante yuxtaposición entre la limpieza del alma de una criatura pura como ese
bebé con el cruel y despiadado derramamiento de sangre que emprende la propia
familia de la criatura.
Es muy posible
que ese acto de Michael fuese predecible para nosotros, los espectadores, pero
no lo fue para sus víctimas, y desde luego la fuerza y magnificencia de esta
secuencia nos cogió a todos por sorpresa. Cuando lo ves, a uno se le cae la
boca como si fuera la primera vez.
#3: Por el Bien Supremo (Arma Fatal)
Como parte de la
Trilogía de Cornetto de Edgar Wright, Arma
Fatal es una parodia peculiarmente británica de un género peculiarmente
estadounidense: se trata de una película que imita, homenajea y a veces incluso
supera las exageradas pelis de acción de policías que caracterizan la filmografía
de Tony Scott, Michael Bay, Katheryn Bigelow y John Woo, pero protagonizada por
un par de bobbies en un pueblo rural
inglés.
El súper poli
Nicolas Angel (Simon Pegg) es tan bueno que está haciendo quedar mal al resto
del cuerpo, así que es enviado al idílico pueblo de Sandford, donde nunca
sucede nada. Es el sitio más perfecto imaginable, sin borrachos, sin grafitis y
sin estatuas vivientes de esas que a veces ves por la calle. Ahí traba amistad con
Danny (Nick Frost), inútil agente de policía e hijo enchufado del Inspector
Butterman. Sandford, ganador frecuente del título de “Pueblo del Año”, es tan
bucólico que todo parece ir bien. Excepto que está teniendo lugar una cadena de
muertes accidentales un tanto increíbles ¡Por supuesto que esa mujer se cayó sobre
las podaderas decapitándose accidentalmente! ¡Cualquiera puede ahorcarse por accidente
con una manguera! ¿Que hemos encontrado un cadáver cosido a balas? Estaba
limpiando el rifle y se le disparó. ¿Lo ves? Accideeeeeente.
Naturalmente, el
súper-madero Angel huele un caso, e investiga a Simon Skinner (Timothy Dalton),
el untuoso dueño del supermercado local. Las piezas parecen empezar a
encajar. Las distintas víctimas eran dueños de parcelas cercanas, negocios
potencialmente rivales o periodistas que habían investigado demasiado. Nicolas
se enfrenta contra un esbirro, esquiva un intento de asesinato y se dirige a un
concilio nocturno donde sospecha que el perpetrador estará hablando con
sus co-conspiradores. Skinner, sin duda, tiene que haber estado matando a una
serie de personas locales clave para apoderarse de un gran y valiosísimo
terreno que iba a aprovechar para crear unos grandes almacenes. ¡Iba a financiar
sus ambiciones con la sangre de la gente de Sandford!
…
Eso hubiera sido
lo normal.
Resulta que los
ciudadanos más respetables y de más vieja casta de Sandford están en el ajo. El bibliotecario, el párroco, la farmacéutica, los adorables ancianitos granjeros…el Inspector Butterman. Y
Skinner también, desde luego. Pero a todos ellos les trae sin cuidado todo eso
del terreno y las propiedades. Mataron a esa gente por motivos absolutamente banales:
a uno por ser mal actor, a otra por tener una risa irritante, al del periódico
por cometer faltas de ortografía, a unos adolescentes por mear en la plaza, a
unos por hacer grafitis, a otros por hacer de estatua viviente. Porque lo único
que quieren es que Sandford siga ganando el premio a “Pueblo del Año”, su
personal definición de “el bien supremo”. Y si para ello tiene que morir gente
cuyo único delito fue echar colillas en la calle, pues todo sea por el Bien
Supremo.
Esta revelación
es simultáneamente siniestra y extrañamente graciosa, una presentación de un
mal tan inesperadamente banal que no sabes si reír por lo ridículo que resulta
o si temblar por lo próximo que parece. La secuencia, además, es una impactante
pregunta acerca de la cruel organización de nuestra sociedad, y de lo
dispuestos que estamos a sacrificar la comodidad de los “indeseables” para el
provecho de los “ciudadanos respetables”. Y si podemos sacrificar el bienestar
de los “indeseables”, ¿qué más podemos hacerles sacrificar…?
#4: ¡Es mi hija! (Chinatown)
Hay revelaciones
que, al hacerte ver el panorama de la historia al completo, te hacen sentir
profundamente mal. Ese caso es, para mí, Chinatown,
un clásico del género Neo-Noir. En ella, el detective privado Jack Gittes (Javk
Nicholson) explora las calles de Los Ángeles en 1937, instigado por una mujer
llamada Evelyn Mulwray (Faye Dunaway). Le manda investigar una enrevesada
conspiración que involucra a un magnate local, impostores, niñas de identidad
misteriosa y el desvío de inmensas cantidades de agua en mitad de una ola de
calor. Jack es mentido, engañado y manipulado en todo momento (incluso por
Mulwray, quien le contrató), y alguien incluso le mete una navaja por la nariz
por meter el hocico donde no le quieren. Valga decir, que ya han pasado dos
tercios de película y tanto Jack como los espectadores se sienten frustrados. Las
piezas del puzle están encajando, y empezamos a vislumbrar de qué va la cosa,
pero nadie en todo el caso parece dispuesto a soltar prenda.
El anciano magnate,
Noah Cross (John Huston) revela ser el padre de Evelyn, la cual se ha fugado de
casa. También encarga a Jack a que encuentre a su amante, una joven que parece haberse
esfumado del mapa. Más adelante, Jack se reencuentra con Evelyn y, aunque se
desarrolla un romance, nunca llega a confiar en ella. ¿Cómo podría? Ella ha
estado mintiendo cada dos frases. Entonces es cuando Jack ve a Evelyn con una
chica que responde a la descripción de la amante de Cross. Jack confronta a
Evelyn, y le exige la verdad.
¿Quién es esa
chica?
No es nadie, dice
ella.
¿Quién es?
No es nadie,
repite. Está escurriendo el bulto.
Una bofetada
cruza la cara de Evelyn.
Por fin vamos a
sacar algo en claro, empiezas a pensar. Si vuelve a mentir, dale otra vez.
¿Quién es esa
chica?, repite Jack.
¡Es mi hija! Ella
tiembla de la sacudida.
No te crees la
respuesta: apenas le sacará quince años. Bofetada.
¡Es mi hermana!
Vuelve a mentir.
Otra bofetada.
¡Es mi hija y mi hermana!
…
Giran los
engranajes en tu cerebro y, de pronto, te sientes horriblemente sucio. A mí me
costó entenderlo (necesité ayuda la primera vez que la vi), pero la sensación
del momento es algo que impregna por completo mi memoria de esta película. Me sentí
cómplice de un acto atroz. En su momento, me parecía bien que Jack abofeteara a
Evelyn. Al fin y al cabo, parecía la única forma en que ella fuera a decir la
verdad. Pero cuando al fin la reveló, deseé no haberla oído, y sobre todo deseé
no haber deseado verla abofeteada. Viene a tu mente la imagen de una Evelyn de quince años, y su padre Noah Cross a su lado, y te entra un escalofrío. Esta escena cubre al espectador de una
sensación de vergüenza propia insoportable. Ni siquiera está en el centro de la
conspiración principal, pero el impacto emocional es tan profundo que no te lo
puedes sacudir de encima.
#5: Entra Harry Lime (El Tercer Hombre)
No tienes ni idea de lo difícil que fue encontrar una portada que no hiciera spoiler de esta película. |
Hemos hablado de dramas
criminales, películas de acción policial y de neo-noir. Ahora toca noir puro,
sombras acechantes, cigarrillos con densas columnas de humo, ojos furtivos e
intenciones siniestras. Una de las obras cumbre del género es El Tercer Hombre. Tiene lugar en Viena,
en ruinas y ocupada, justo al final de la Segunda Guerra Mundial, dividida
entre las autoridades Británica, Francesa, Estadounidense y Rusa. Holly Martins
(Joseph Cotten), un escritor de novelas baratas sin un céntimo a su nombre,
llega a esa ciudad porque su amigo de la infancia, el pícaro Harry Lime, le ha
ofrecido trabajo. Pero cuando llega a la derruida ciudad, le informan que Harry
murió atropellado un par de días antes de su llegada. Su cuerpo fue atendido
por dos de sus amigos y por un tercer hombre de identidad desconocida que no
aparece en todos los testimonios.
Martins conoce a
Anna Schmidt, la antigua novia de Harry, y a la policía militar Británica, que
se alegra enormemente de la muerte de éste, al que califican de rufián. Holly y
Anna, desde luego, se niegan a creer que Harry fuese un canalla. Al fin y al
cabo, todo el mundo tiene que trapichear en una ciudad como Viena en la
posguerra, y Harry no podía ser peor que cualquier otro. Pero después de varias
persecuciones y encontronazos desagradables, los ingleses deciden al final
mostrar a Hollis toda la información que tenían sobre el difunto: que traficaba
con penicilina robada y diluida, lo cual fue causa de la muerte de muchos
inocentes, incluyendo niños, y que un camión lo atropellara fue lo mejor que
pudo haber ocurrido.
Desilusionado y
triste, Hollis accede a marcharse de Viena en el siguiente avión. Anda borracho
por las calles de la desmejorada urbe cuando ve un gato (…el gato de Anna…)
restregarse con los pies de alguien oculto en el umbral de una puerta. Hollis
le grita a distancia que se muestre. Como no recibe respuesta, sigue
vociferando hasta que los vecinos encienden la luz que muestra el rostro de
nadie menos que Harry Lime (Orson Wells en su faceta más sublime), al son de la
deliciosa cítara que caracteriza la banda sonora del filme. ¿Quién sino Harry
iba a ser el Tercer Hombre? Quedan misterios por resolver, pero todo cambia a
partir de que vemos la irresistible y pícara sonrisa de Orson Wells.
Sencillamente maravilloso.
Gracias por leer. ¿Estás de acuerdo, o en desacuerdo? Comenta y comparte, y estáte atent@ a artículos futuros. ¡Hasta la vista!
La semana que viene, hablaremos de escenas musicales. ¡Hasta pronto!
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