miércoles, 30 de octubre de 2019

5 ESCENAS DE TERROR


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Un escalofrío te recorre la columna. Tus sienes se perlan de sudor helado. Tus labios están secos. Tus rodillas parecen de gelatina, y tus dedos tiemblan tanto que no puedes ni sostener un vaso. ¿Puedes sentirlo? El miedo llama a tu puerta. La oscuridad te reclama.

¡¡¡VADE RETRO, VADE RETRO!!!
Mi amigo Miguel, de El Vertedero de las Ideas, Leticia, de La Pesada, y yo, nos hemos propuesto a hablar de Cinco Escenas de Terror, cada uno en su blog. Al final de éste artículo encontraréis un link a sus blogs. En el futuro hablaremos de otros tipos de escenas, como tiroteos, persecuciones, momentos de tristeza y de humor.

Antes de empezar, me apetece ser un poco pedante (¡Nada nuevo en el frente!) y hablar sobre algo que sólo a mí me interesa. En torno al Planeta Rojo orbitan dos pequeños satélites llamados Fobos y Deimos, dos insignificantes rocas que vuelan, ciegas y sin vida, cerca de su padre. Y es que Marte, el dios de la guerra, tuvo dos hijos llamados, precisamente, Fobos y Deimos: Pánico y Terror (en otras palabras: miedo irracional y miedo racional). Ya en tiempos antiguos la gente hacía distinción entre dos emociones diferentes, pero íntimamente ligadas. Hoy en día, la separación es otra: Terror y Horror. Aunque cada académico y escritor aplica su propia distinción, la versión que yo emplearé es la siguiente: el Terror es la anticipación de que algo malo está a punto de ocurrir (es asesino podría estar oculto en cualquier esquina oscura), mientras que el Horror es la desazón causada por la atrocidad que ha sucedido (la heroína entra en la habitación donde yace acuchillada su mejor amiga). Las dos emociones son, a mi entender, subcategorías de la emoción mayor que es el Miedo. Aunque las escenas seleccionadas pueden pertenecer a una u otra categoría (¡O ambas a la vez!), me esforzaré por dejar claro el lenguaje usado en cada una.

Otro par de notas: La primera es que las escenas no tienen por qué pertenecer al género de terror; la cuestión es que la escena en sí misma evoque miedo en el espectador. La segunda es que, por motivos obvios, los links podrían mostrar escenas desagradables o capaces de herir la sensibilidad. Se recomienda cautela.

No temáis, porque voy a estar con vosotros en este viaje. No lo digo por fanfarronear, pero lo cierto es que no soy nada fácil de asus...

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¡Aaaaah!

¡MALDITA SEA, WATSON, DEJE DE DARME ESOS SUSTOS!

#1: El VHS embrujado (El Círculo, Hideo Nakata, 1998)

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En ocasiones, lo que nos produce los peores escalofríos no son los miedos que podamos racionalizar. A veces, son las experiencias que penetran en nuestro subconsciente y arraigan en nuestro cerebro reptil las que de verdad nos hacen temblar. De esta manera, son procesos mentales como el simbolismo, las líneas de pensamiento y la asociación de ideas las que más nos pueden incomodar si se hacen de manera correcta.

Entra en escena Ringu, “El Anillo”, la película japonesa en la que una chica fantasma con las uñas arrancadas sale de una pantalla (sólo he visto la versión japonesa, pero tengo entendido que el remake de Hollywood es bastante bueno). Y sí, el espectro vengativo de Sadako da miedo, no cabe duda, y su mirada de odio irracional y el gesto de agonía de sus víctimas son capaces de helarle a uno la sangre. Pero, a decir verdad, la parte que a mí me quitó el sueño por la noche es la cinta de vídeo.

Ringu trata de una reportera llamada Reiko (Nanaka Matsushima) y su exmarido Ryuji (Hiroyuki Sanada) y su investigación de una cinta de VHS embrujada que, según cuenta la leyenda urbana local, causa la muerte de quien la vea al cabo de siete días. En efecto, Reiko averigua que cuatro jóvenes fallecieron recientemente en circunstancias inexplicables (sus corazones se detuvieron y sus rostros se congelaron en un paroxismo de terror) siete días después de haber visto ese misterioso vídeo. Encuentra la endemoniada cinta en un camping y la reproduce, y lo que ve es…

Un perro andaluz.


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Vale, es broma, pero no me alejo por mucho. El contenido del VHS es, funcionalmente, una obra aparentemente surrealista metida dentro de la película que has pagado por ver. Un círculo de cielo nocturno. Una mujer en un espejo. La palabra “erupción” flotando en el vacío. Gente arrastrándose en el suelo. Un hombre con una mortaja señalando algo que no podemos ver. Un ojo con la palabra “Sada” reflejada en la pupila. Un pozo, y una sombra que se mueve dentro. Y digo “aparentemente” surrealista porque, en realidad, la mayoría de esas imágenes cobra significado concreto más adelante en la trama.

Las imágenes no son inmediatamente aterradoras, pero sí que son ominosas. La música disonante produce incomodidad, y las ideas que la película evoca son extremadamente enervantes. La cosa se pone mucho, muchísimo peor cuando el diablo de la mente hace la pregunta:
Vale, la cinta está embrujada, pero… ¿quién rodó la película?

Cuando me di cuenta de la respuesta, pasé una mala noche. 

https://www.youtube.com/watch?v=1mbo5vHy8dw


#2: La Peor Indigestión (Alien: El Octavo Pasajero, Ridley Scott, 1979)

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Uno de los trucos más viejos de las historias de terror es engañarte, haciéndote pensar que “no, en serio, el monstruo ha muerto”. La cámara flota sobre el cuerpo del asesino, suena música suave, y los protagonistas suspiran de alivio. Se alejan de la cámara y entonces salta el monstruo de nuevo, malherido pero extremadamente enfadado, y tienen que rematar la faena. Ninguna película lo ha hecho tan bien como Alien: El Octavo Pasajero. De hecho, lo hace tan bien que lo hace dos veces.  

Alien, igual que Terminator (hablaremos luego de esa), tiene exactamente dos películas buenas, y casualmente tienen el mismo patrón: una obra maestra de terror, una película de acción muy buena y el resto porquería. La primera película de la serie es, además, peculiarmente básica y simple: la tripulación de la nave estelar Nostromo, básicamente siete camioneros espaciales, gente normal y corriente simplemente haciendo un curro de transporte, reciben una señal de un planeta inexplorado. Al descender, encuentran cadáveres extraterrestres fosilizados y unos extraños huevos. Kane (John Hurt), un miembro de la tripulación, es atacado por una criatura que se le adhiere a la cara como una grotesca combinación de lamprea, mantarraya y araña. Cuando le llevan a la nave para desinfección, todos los esfuerzos para sacarle el parásito son en balde. Al cabo de unas horas, no obstante, la criatura simplemente muere y Kane vuelve en sí, aturdido, pero contento de haber sobrevivido a la ordalía.

Todos celebran. Ya habrá tiempo de escribir informes y demás, pero uno de los suyos está vivo, así que toca una buena comilona. La escena es tranquila, sin música, sin efectos de cámara, y con un buen rollo entre los participantes genuino. Y entonces John Hurt, haciendo honor a su nombre, empieza a sufrir espasmos, como si estuviera teniendo un ataque. El dolor que siente es palpable, como lo es la preocupación de sus colegas. Y entonces su pecho explota en un reguero de sangre, y la cabeza de un extraterrestre asoma. Kane fue infectado, y la cosa se acaba de poner realmente fea.


La escena es famosa, entre otras cosas, por el susto que se llevaron los actores. Sabían lo que iba a pasar en la escena, pero nadie les había dicho que les iban a rociar con sangre a presión, lo que les causó un pánico auténtico. A veces la mejor interpretación es la que no es una interpretación en absoluto.


#3: Los Siete Condenados (Las Aventuras de Tintín, Ep: Las Siete Bolas de Cristal: Parte 2, Stéphane Bernasconi, 1991)

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Es curioso que una de las cosas más aterradoras que hay es no saber qué está causándote terror. Las cosas son menos horribles cuando eres capaz de darles nombre. Pero si no sabes qué está haciéndote gritar, no hay nada que puedas hacer para remediarlo.

El reportero Tintín no es conocido por meterse en situaciones escalofriantes. Sí que es conocido por involucrarse en toda suerte de aventuras emocionantes, viajando por el mundo con su fiel perro Milú y el simpático cascarrabias, el Capitán Haddock. Tintín se ha enfrentado a gánsteres, dictadores, comunistas, conspiraciones criminales, tiburones, ladrones de tesoros e incluso al frío del espacio. Pero ahora se enfrentará al miedo en estado puro.

Para ésta entrada voy a violar una regla personal y hablar sobre una serie de televisión: Las Aventuras de Tintín, la serie de dibujos de Francia y Canadá basada en los cómics de Hergé. Aquí voy a centrarme en el episodio Las Siete Bolas de Cristal: Parte 2. Lo que ha sucedido es que siete exploradores que habían vuelto de una expedición en los Andes han sido amenazados por la maldición de la momia Inca de Rascar Capá. ¡Ridículo!, piensan todos. Pero, uno a uno, cada explorador es atacado en su habitación. Una bola de cristal es arrojada a sus pies y el explorador cae en letargo. ¿Acaso la momia ha cumplido su venganza? Unos días después, Tintín recibe la llamada telefónica del hospital donde se hospedan las siete víctimas. Según parece, un extraño fenómeno tiene lugar con una regularidad pasmosa. Sacan a la esposa de uno de los exploradores de la habitación, ya que nadie debería ver a sus seres queridos en lo que está a punto de acontecer.

Da la hora. Todos a la vez, en un coro de demencia, abren sus ojos como platos, y sus bocas empiezan a gritar. Y gritar. Y gritar. Gritan como si alguien les estuviera arrancando el alma de sus huesos. Gritan como si el Abismo fuera a engullirles. Gritan como si huberan divisado al coloso alzándose entre las brumas del mar. Gritan como si demonios invisibles les susurraran secretos espantosos en el oído, como si sus ojos y sus dientes trataran de escapárseles de la cara.


Y no están gritando a algo, o por algo. Simplemente gritan tan fuerte como pueden hacerlo. La escena es extremadamente breve, pero la he tenido clavada en la mente desde chiquitín. Esta escena, por corta que sea, evoca una especie de espanto trascendental que parece ir más allá de otras formas de pavor. Lamentablemente, la explicación llega en la secuela, El Templo del Sol: Parte 2, lo cual reduce considerablemente el horror incomprensible de este momento, pero no deja de resultarme espeluznante cada vez que la veo.

Nota: El link da al episodio completo. Para ver la escena, busca Tiempo 11:46.
https://www.youtube.com/watch?v=7LXZ4TQQp3k

#4: De entre las llamas (Terminator, James Cameron, 1984)

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No todo el terror es de tipo psicológico: un monstruo auténticamente horrible es perfectamente capaz de hacernos arruinar los pantalones. Para mí, unos de los monstruos más pavorosos es Terminator, el Exterminador. La gente tiende a olvidarlo, pero el robot asesino de Arnold Schwartzenegger empezó como una criatura verdaderamente aterradora. No fue hasta la secuela, Terminator 2: El Día del Juicio, que se convirtió en un héroe de acción, y la tercera, Terminator 3: La Rebelión de las Máquinas, que se convirtió en un chiste sin gracia. Y por algún motivo vamos por la sexta. Deprimente.

La cuestión es que Terminator es una película de terror con un monstruo poco convencional, ya que no usa garras ni embrujos, sino rifles y escopetas. La joven Sarah Connor (Linda Hamilton) es perseguida por las calles de Los Ángeles por un asesino despiadado e imparable (Arnie), pero recibe la protección de un vagabundo llamado Kyle Reese (Michael Biehn). Kyle le explica que tanto él como su cazador son de un futuro donde el súper ordenador Skynet ha devastado la mayor parte de la humanidad y usa un ejército de máquinas para eliminar a los que quedan. Sarah es la madre del líder de la resistencia, la mayor esperanza de nuestra especie. Skynet, con la intención de matar a la serpiente mientras aún está en el huevo, envió atrás en el tiempo a un Exterminador T-800, un robot asesino capaz de infiltrarse en la sociedad y hacerse pasar por humano gracias a la capa de carne y piel sintética que tiene por encima de su endoesqueleto metálico. Si mata a Sarah Connor, la Humanidad se quedará sin salvador. Kyle es el guardaespaldas enviado a protegerla. Aunque Sarah duda de él por motivos obvios, varias huidas por los pelos y una matanza en comisaría acaban convenciéndola de la cordura de su protector. Al T-800, al fin y al cabo, no se le puede intimidar, sobornar ni negociar con él, pues carece de piedad, miedo o remordimientos, y ha matado a mucha gente para llegar hasta Sarah con fría eficiencia y letalidad.

Llegando el final de la película, el Exterminador no ha dejado de perseguir a Kyle y Sarah. Le han disparado, atropellado, lanzado explosivos y le ha arrollado un camión. Lo más que le ha hecho eso ha sido dañarle la pierna un poco y levantarle la piel de la cara, revelando su siniestro ojo cibernético. Ahora está conduciendo un camión cisterna, dispuesto a aplastar a su objetivo. La persecución es intensa, pero Kyle logra meter un explosivo en el tubo de escape, causando una explosión gigantesca que vaporiza el camión al completo. El asesino está muerto y Sarah está a salvo.

Por desgracia para ellos, justo cuando suspiran aliviados y alegres, algo se mueve entre los escombros ardientes. Con la carne sintética quemada, un esqueleto de metal, una especie de Quinto Jinete del Apocalipsis, se alza entre las llamas. Contemplad el T-800 en toda su monstruosa gloria. A nivel literal, es el monstruo invulnerable, dispuesto a cumplir su cometido sin importar lo que le hagas. A nivel simbólico, es la furia infinita de Skynet alzándose entre las llamas del Armagedón. No escaparás a su mirada electrónica, ni a sus garras metálicas. No puedes evitar tu final.

La persecución que sigue, con Kyle, Sarah y el T-800 bastante malogrados en una planta siderúrgica es realmente memorable. La criatura fue animada con tecnología de Stop-Motion, y lo cierto es que resulta extremadamente inquietante. Bastante más aterrador, me atrevo a decir, que cualquier versión digital (incluyendo el T-1000). El director James Cameron dijo que ésta escena y, en realidad, toda la película, fueron el fruto de las pesadillas que tuvo durante una fiebre realmente mala. La verdad es que me lo creo. El T-800 alzándose entre las llamas, imparable e impertérrito es, francamente, el material del que están hechas las pesadillas. 



#5: ¡Hay que desfibrilar! (La Cosa, John Carpenter, 1982)

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A veces el miedo se expresa de manera sutil, como una idea horrible que penetra poco a poco en la mente. Otras veces explota en la cara en una marea de violencia, sangre y espanto. No obstante, esa explosión sólo funciona si es la culminación lógica de un pavor más insidioso que se ha infiltrado de manera paulatina en la película. No es un mero susto (lo que llaman un “jumpscare”), ya que contiene sustancia narrativa, no sólo la textura superficial del terror. Ejemplos como éste son la aparición de los Cenobitas en Hellraiser, la fuga de Haníbal Lecter en El Silencio de los Corderos o la madre de Norman Bates acuchillando a Janet Leigh en la ducha en Psicosis. Para mí, no obstante, la quintaesencia de éste tipo de escena de horror tiene lugar en La Cosa de John Carpenter (no he visto la versión que produjo Howard Hawks y no me he molestado en recordar nada de la de 2011).

En ésta obra maestra doce hombres trabajan en una estación en la Antártida, aislados del resto del mundo a causa de las tormentas glaciares, cuando descubren una entidad alienígena capaz de adoptar la forma de las criaturas que asimila e infecta, o de desarrollar toda suerte de apéndices monstruosos y grotescos. Cualquiera de entre los doce podría ser la Cosa. Deben impedir que el monstruo escape de su confinamiento en la Antártida, pues podría infectar todo el planeta si escapase. Tienen lanzallamas para destruir el monstruo, pero no pueden fiarse de nadie: si se quedan a solas con la Cosa, ésta podría infectarles a ellos también.

La paranoia incrementa. Los perros han muerto. Uno de los hombres ha sido infectado, y han tenido que incinerarle. Han saboteado las muestras de sangre. Blair (Wilford Brimley) ha enloquecido y han tenido que encerrarle. El piloto de helicóptero MacReady (Kurt Russel) ha sido abandonado en la nieve, y ha vuelto, aterido, extremadamente cabreado y armado con un lanzallamas (Nota: Nunca cabrees a un tío con un lanzallamas, la cosa suele acabar mal). Norris (Charles Hallahan) parece sufrir un infarto, y el Doctor Copper (Richard Dysart) se prepara para desfibrilarle. Todos dentro se están acusando mutuamente. El desfibrilador golpea el pecho de Norris y… ¿cómo explicarlo?
Vemos de primera mano la obscena monstruosidad de la Cosa. El pecgo de Norris se abre como si fuera una boca con dientes enormes, y le cercena las manos al Doctor, que muere en el acto. Todos dejan de discutir. Del pecho abierto erupciona una columna de carne, con figuras a medio formar (probablemente de criaturas a las que imitar). La Cosa chilla con una voz que no es de éste mundo. MacReady dispara su lanzallamas, pero un fragmento de ése horror cósmico se separa, la cabeza de quien creían era Norris, y desarrolla patas y se trata de escabullir. Aunque también logran incinerarla a tiempo, los problemas de ésta gente sólo pueden ir a peor a partir de ésta escena.


Ésta es posiblemente la escena más icónica de la película (la cual tiene unas cuantas escenas de lo más icónicas), pero es la culminación perfecta para una montaña de paranoia que se ha estado acumulando, además de ser una de las mejores secuencias de gore jamás rodada. Y los efectos especiales empleados son realmente asombrosos, empleando una compleja combinación de marionetas y animatrónicos que todavía me dejan pasmado, además de estar entre los mejores diseños de monstruos de todos los tiempos. Espantosamente magnífico.

https://www.youtube.com/watch?v=JjIXwkX1e48



Aquí os paso el link al artículo paralelo de Miguel en El Vertedero de las Ideas:
https://elvertederodeideas.wordpress.com/2019/10/31/top-5-escenas-de-terror/?fbclid=IwAR2iGUM2TtdAD20sLhWaab7DIjN5IL6L32ep6HRJgvM2HeYkMVNeZfZY5xI

Y de Leticia en La Pesada:
https://lapesada.wordpress.com/2019/10/31/top-5-escenas-de-terror/?fbclid=IwAR1Hl4yfenSZEu2z1h-iSB439OmrTIWZihxGSq8LkADkf-Nyw3R0KZ7dsio

Gracias por leer. ¿Estás de acuerdo, o en desacuerdo? Comenta y comparte, y estáte atent@ a artículos futuros. ¡Hasta la vista!

La semana que viene, practica tus artes de oratoria para Cinco Grandes Monólogos. ¡Hasta pronto!

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jueves, 24 de octubre de 2019

5 ESCENAS DE ACCIÓN: BATALLAS

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La historia de la humanidad es una historia de conflictos, a menudo (pero no siempre) violentos. De hecho, se podría argumentar que, dado que la narración y las historias requieren, ante todo, conflicto, que la guerra es el relato más antiguo de todos. La historia sobre dos naciones buscando sobreponerse a la otra, la de un ejército de resistencia oponiéndose a sus opresores, la de generales tratando de equilibrar sus deseos de victoria con su conciencia, la de civiles huyendo de la devastación del conflicto y la de soldados hallando o perdiendo su alma en el campo de batalla.

Mi amigo Miguel, de El Vertedero de las Ideas, Leticia, de La Pesada, y yo, nos hemos propuesto a hablar de Cinco Escenas de Acción: Batallas, cada uno en su blog. Al final de éste artículo encontraréis un link a sus blogs. En el futuro hablaremos de otros tipos de escenas, como tiroteos, momentos de tristeza y terror.

Para esta lista quiero hablar un momento de las distinciones que hicimos para Escenas de Acción: las categorías que queríamos explorar eran el Combate Cuerpo a Cuerpo (la cual ya hemos hecho), los Tiroteos, las Persecuciones y las Batallas. Esto vale la pregunta: ¿qué diferencia hay entre un tiroteo entre atracadores y polis y una batalla con armas de fuego? ¿O entre una pelea cuerpo a cuerpo con una docena de participantes y una batalla con lanzas y espadas? ¿O entre una persecución en coche y una batalla con docenas de cazas en pos de un bombardero enemigo?

¿La respuesta? Complejidad. Mientras que durante en un tiroteo tienes que enfocarte, en los casos más extremos, en los movimientos de dos o tres grupos de personajes, una batalla requiere que albergues en tu mente las maniobras y contra-maniobras de muchísima más gente, unidades, armas, cobertura, munición, heridos, vehículos, etc. Necesita que entiendas las estrategias de los generales y el propósito táctico de cada evento, localización y parapeto. Además de eso, una batalla suele estar dividida en una multitud de encuentros más pequeños. En realidad, una batalla no puede ser albergada por una única escena, sino por una secuencia (un conjunto de escenas que componen una entidad narrativa mayor). De este modo, una batalla no es sólo una escena de combate, sino que es un conjunto de escenas de combate (ya sean simultáneos o consecutivos), otras de diálogo, descanso, planificación, etc. Creo que estamos todos de acuerdo en que una escena en la que un tío con una pistola en cada mano desciende por el raíl de una escalera es menos complejo de desentrañar que las idas y venidas de soldados y material militar en un conflicto a media o gran escala.

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¡Wiiiiiiiiiiiiiii...! ¡Soy complejo!

MENCIÓN DE HONOR

Sombra (Zhang Yimou, 2018)

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La película es realmente buena, pero no termina de entrar en la lista. Sólo quiero mencionarla como excusa para poner este gif:

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¡Wuhuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu...!
¡Adelante, mis valientes!

#1 La batalla de Port Royale (El Capitán Blood, Michael Curtiz, 1935)
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Enseguida hablaré de películas más modernas con sistemas de producción contemporáneos, efectos especiales de último nivel y herramientas de montaje avanzadas. Pero por el momento, sólo voy a hablar de una peli realmente antigua que, sin embargo, cuenta con una de las batallas más emocionantes que recuerdo: El Capitán Blood.

Dirigida por Michael Curtiz, uno de esos que, como Fritz Lang y John Ford, básicamente inventaron el lenguaje cinematográfico tal y como lo entendemos hoy en día (dirigió, entre otras, dos insignificantes peliculillas como Las Aventuras de Robin Hood y Casablanca), Blood es una historia de piratas: de cómo unos se sublevaron al rey Jaime II y, como castigo, fueron enviados a Port Royale como esclavos. Liderados por un médico irlandés llamado Peter Blood (Errol Flynn), los ingleses se alzaron una vez más, aprovechando un ataque por sorpresa de un galeón español, el cual robaron y emplearon para saquear los mares. Llegando ya el final de la película, la tripulación de Blood recibe una declaración de amnistía del rey al que tanto desprecian. Mas cuando descubren que el monarca no es Jaime, sino Guillermo de Orange, los piratas deciden ir al rescate de Port Royale, que está siendo sitiada por dos buques de guerra franceses.

Así que, después de despedirse de la hermosa Arabella Bishop (la arrebatadora Olivia de Havilland), Blood elabora rápidamente su plan, y se lanza a un asalto loco. Iza una bandera francesa y, cuando están a alcance, cambia por el pendón inglés y bombardea uno de los barcos enemigos hasta hacerlo volar por los aires. Toma nota, Hollywood. Si quieres que una explosión sea realmente espectacular, pon una única gran explosión al final. Entonces llega la hora de abordar el otro barco, y toca una pelea encarnizada, con tiroteos, saltos acrobáticos, columpiadas con garfios y choques de acero. Y cuando triunfan, la música de Korngold lo hace glorioso.

Para ser una batalla con los efectos especiales de 1935, resulta todo un ejemplar. Cierto, no tiene la complejidad ni los múltiples niveles de combate que esperaríamos de una batalla rodada hoy en día, pero sigue siendo uno de los enfrentamientos más entretenidos y emocionantes de todos. Un imprescindible.

NOTA: Dado que me resulta imposible encontrar en Youtube un link para esta escena, al menos os enseñaré el tráiler:
https://www.youtube.com/watch?v=c4wLVKG9grY&t=67s

#2 La Batalla de Nueva York (Los Vengadores, Joss Whedon, 2012)

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Para asegurarme de que nadie me llame hipster por poner una película más vieja que los abuelos, voy a ir al otro lado del tiempo, a una película no sólo moderna, sino con muchísimos efectos especiales digitales de primera clase, además de ser una de las mayores obras de arte popular de la década: Los Vengadores. Parte película de superhéroes, parte cine bélico, parte Los Siete Magníficos, parte Los Doce del Patíbulo, Los Vengadores (no confundir con los espías británicos del mismo nombre) es una secuela a cinco películas separadas: Iron Man 1 y 2, Thor, El Increíble Hulk y Capitán América: El Primer Vengador. En todas estas películas pudimos ver las aventuras de superhéroes individuales, pero que apuntaban a que, en un punto futuro, éstos se encontrarían en la misma película, convirtiendo Marvel en el primer gran Universo Compartido de la gran pantalla (ignorando los Monstruos Universales de los 40 y mi versión del Salvaje Oeste).

La película trata sobre la relación entre éstos superhéroes con personalidades dispares e intensas: el descaro fiestero de Iron Man (Robert Downey Junior) choca con la actitud idealista del Capitán América (Chris Evans) y el profesionalismo de la Viuda Negra (Scarlet Johansson) y Ojo de Halcón (Jeremy Renner), mientras que la belicosidad de Thor (Chris Hemsworth), atemperada por su sabiduría adquirida en su anterior aventura, le lleva a pelearse con la furia indomable de Hulk (Mark Ruffalo). Y mientras los héroes se enfrentan unos con otros, el villano, Loki, dios del engaño (Tom Hiddleston), avanza en sus planes: quiere ir a Nueva York y usar un cubo mágico llamado Teseracto para abrir un portal interdimensional (léase: un Stargate), lo que permitirá el paso a un ejército de mercenarios alienígenas llamados los Chitauri, con el cual pretende conquistar el planeta Tierra. En el clímax de la película, Loki ha logrado abrir la puerta y entran por ella legiones de soldados extraterrestres, armados con carros voladores y serpientes flotantes del tamaño del Edificio Chrysler. Justo a tiempo, los superhéroes logran hacer las paces, convertirse en amigos y plantar cara al ejército Chitauri que está arrasando Nueva York. ¡Los Vengadores se han reunido!

La batalla que le sigue es gloriosa. A diferencia de otras luchas en esta lista, básicamente carece de tensión, pero lo suple con creces con disfrute puro: puedes palpar la sensación de triunfo, de haber visto a los héroes llegar a ser amigos. Y si un único héroe tiene el poder de un batallón, ¡imagínate lo que pueden lograr seis de ellos! También vemos cómo los distintos héroes emplean sus habilidades de manera altamente estratégica, reaccionando al flujo de la batalla: Iron Man, que es capaz de volar, ha de mantener un perímetro, impidiendo que las fuerzas enemigas escapen; Thor deben usar su rayo mágico para ir eliminando tropas en la cabeza de playa de la invasión, y luego confrontar a hermano Loki (es adoptado); Ojo de Halcón opera como francotirador, mientras Capi y la Viuda Negra combaten contra las tropas de tierra; y Hulk…machaca.


¿Y cómo, a todo esto, olvidar la música de Alan Silvestri, capaz de traer un tema tan memorable como tonante a esta excelente batalla? Si esta secuencia no te hace levantarte de tu asiento y gritar de entusiasmo, pocas habrá que lo hagan.

https://www.youtube.com/watch?v=oPIjRuA-AVM&list=PL3ygWpbu-a3ci6ffydRTCJU1sh-5GdWaV
https://www.youtube.com/watch?v=Roge_wdreZI&list=PL3ygWpbu-a3ci6ffydRTCJU1sh-5GdWaV&index=2
https://www.youtube.com/watch?v=_nVOnk5CVao&list=PL3ygWpbu-a3ci6ffydRTCJU1sh-5GdWaV&index=3
https://www.youtube.com/watch?v=XpEcitlULCs&list=PL3ygWpbu-a3ci6ffydRTCJU1sh-5GdWaV&index=4
https://www.youtube.com/watch?v=ydeBtjxpinQ&list=PL3ygWpbu-a3ci6ffydRTCJU1sh-5GdWaV&index=5
https://www.youtube.com/watch?v=Csa_xvGNHbI&list=PL3ygWpbu-a3ci6ffydRTCJU1sh-5GdWaV&index=6


#3 Inserción en Mogadiscio (Black Hawk Derribado, Ridley Scott, 2001)

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Hay pocas películas de guerra con un nivel de influencia tan evidente como Black Hawk Derribado. Desde la paleta de colores desaturados a la fijación en material y tácticas militares contemporáneos, pasando por su banda sonora, cinematografía y tono, ésta es la película bélica moderna por antonomasia. Si alguna vez has jugado a Call of Duty 4: Modern Warfare, la estética y carácter te resultarán familiares.

Se trata de una representación más o menos fiel de la Batalla de Mogadiscio, Somalia, en 1995 (los militares Pakistaníes dirían que menos fiel), en la que tuvo lugar una operación conjunta de Rangers y Deltas del ejército estadounidense con el propósito de capturar la camarilla del señor de la guerra Mohammed Farrah Aidid. Dicha camarilla se había reunido en un hotel en el centro de Mogadiscio, en la zona controlada por la milicia de Aidid. Durante la película vemos la operación en proceso, la inserción de los soldados en zona hostil, la captura de los objetivos y su extracción, y sobre todo de cuando la operación se va al garete, varios helicópteros Black Hawk son derribados (de ahí el título) y los soldados se quedan rezagados en mitad de territorio hostil sin salida aparente. Aquí es donde entra el lema de la película: Nadie queda atrás.

Resulta difícil seleccionar un solo momento de esta batalla, ya que dura prácticamente toda la película. ¿Elegiré acaso la parte en la que dos francotiradores bajan para dar fuego de cobertura a un piloto aislado y herido? ¿O quizás el peligroso viaje del convoy de humvees, lleno de prisioneros, heridos y algún que otro muerto? ¿O los ataques de retaguardia de los Deltas? ¿O quizás la parte en la que tienen que marcar con infrarrojos a los milicianos para que puedan atacar los helicópteros? Hay demasiado donde escoger.

Creo que sencillamente elegiré el comienzo, el aterrizaje de los Black Hawks en Mogadiscio y la rápida captura de los hombres de Aidid. La tensión de la escena es palpable: estás seguro de que va a pasar algo malo, pero que muy malo, en cualquier momento. Pero, a la vez, sientes una inmensa admiración por estos valientes en uniforme: profesionales, disciplinados y tenaces. Es cierto que esta escena a penas tiene tiros, pero sí que te permite ver el proceso: cómo preparan la misión, obtienen información, se equipan, organizan y cómo despliegan sobre el campo. A veces es extremadamente interesante ver los detalles de un trabajo como el de soldado. Es la calma antes de la tempestad, pero puedes oler la tormenta a la legua.

Nota: Hay dos links. El primero da a la escena propiamente dicha. El otro es un recopilatorio de escenas de combate en la película que resulta interesante.


#4 El Abismo de Helm (El Señor de los Anillos: Las Dos Torres, Peter Jackson, 2002)
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Otra entrada obvia. Tuve en mente varias batallas de naturaleza fantástica: la caza del Espíritu del Bosque en La Princesa Mononoke, el ataque de Flash Gordon y los Hombres Halcón contra el palacio de Ming, Tom Cruise rebobinando el tiempo en Al Filo del Mañana, incluso la Batalla de la Estrella de la Muerte (la cual considero más bien como una Persecución). Pero vamos a ser completamente realistas (irónico, considerando las secuencias que he mencionado): aparte de los Vengadores en Nueva York, la mejor batalla de fantasía de todos los tiempos es el asedio del Abismo de Helm.

Durante la segunda película de la aclamada trilogía, se ha descubierto que el mago Saruman (Christopher Lee), el cual ha traicionado a los Pueblos Libres para servir al Señor Oscuro Sauron, ha construido un ejército de orcos (como hinchas de fútbol, pero mejor armados, mucho más violentos y muchísimo más feos) y se dispone a atacar al Reino de Rohan, tierra de valerosos jinetes. El rey Théoden (Bernard Hill) y tres de nuestros héroes, Aragorn (Vigo Mortensen), Gimli (John Rhys-Davies) y Legolas (Orlando Bloom) han dirigido a la población de Rohan a la fortaleza de Helm para protegerla del ataque de Saruman. Entretanto, el mago Gandalf (Sir Ian McKellen) se ha marchado para buscar refuerzos. Théoden se prepara para resistir la ofensiva. Los héroes se visten de malla metálica y se arman. Los elfos que vienen de refuerzo son un alivio, pero insuficiente. No sólo soldados, sino niños y ancianos han de coger arcos. Las mujeres se esconden en las cavernas. Cae la noche, y estalla la tormenta.

Entonces llegan los orcos. Una horda colosal, armada hasta los dientes. Gritan, rugen, dejan muy claro a los defensores que no habrá piedad. Cuando una flecha vuela antes de tiempo y se engasta en la garganta de un orco, empieza la pelea. Lo que prosigue haría orgulloso a Sergei Eisenstein: una pelea editada con una perfección exquisita, con perspectiva que escalona de manera fluida del nivel macro de la batalla hasta el nivel micro, y de vuelta. Vemos orcos alzando escaleras, y a los defensores rechazándolas; vemos monstruos cargando con un ariete, los arqueros acribillándoles y el ariete cayendo. Esta secuencia cuenta, además, con una geografía clarísima: entendemos la estructura de la fortaleza, a dónde tienen que replegarse los buenos y lo que pasaría si alguien, por poner un ejemplo sacado a boleo…volara un muro en mil pedazos. Anda, mira qué coincidencia, unos orcos han puesto un explosivo y un kamikaze con una antorcha lo ha hecho estallar. ¿Quién lo hubiera visto venir?


A pesar de la claridad con la que disfrutamos de la lucha, no deja de ser intensa y algo aterradora. Cualquier momento, cualquier paso en falso podría costarle la vida a un personaje al que queremos y al que deseamos que sobreviva a toda costa (…o a Haldir. ¿A que ni te acordabas de su nombre?). Y no obstante es también energética y algo divertida. Tiene incluso un par de momentos de capa y espada que merecerían la aprobación de Errol Flynn, como cuando Aragorn lanza a Gimli a la retaguardia enemiga para causar estragos, o cuando Legolas hace surf sobre un escudo mientras dispara en todas direcciones. Cuando, al llegar el amanecer, Théoden decide al fin ir a la carga con el poderoso sonido del Cuerno de Cuernavilla, la satisfacción es monumental. Si éste ha de ser el fin de la Era de los Hombres, que sea así: espada en mano.

https://www.youtube.com/watch?v=gXC-jJhFaUI&list=PLmSp8uSNCUnm9eT2LPJDKdN4_7cYVz3QM
https://www.youtube.com/watch?v=Hu8Xq312EMM&list=PLmSp8uSNCUnm9eT2LPJDKdN4_7cYVz3QM&index=2
https://www.youtube.com/watch?v=ctW0RTKnOz8&list=PLmSp8uSNCUnm9eT2LPJDKdN4_7cYVz3QM&index=3
https://www.youtube.com/watch?v=_vP2wUOXia8&list=PLmSp8uSNCUnm9eT2LPJDKdN4_7cYVz3QM&index=4
https://www.youtube.com/watch?v=Z6XicBBN1l4&list=PLmSp8uSNCUnm9eT2LPJDKdN4_7cYVz3QM&index=5
https://www.youtube.com/watch?v=LREMdd83ZBo&list=PLmSp8uSNCUnm9eT2LPJDKdN4_7cYVz3QM&index=6

#5 Desembarco en Omaha (Salvar al Soldado Ryan, Steven Spielberg, 1998)

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Uno de los aspectos fundamentales del cine bélico es cómo trata la relación de la guerra con los combatientes: en Black Hawk Derribado, se presenta a los soldados como profesionales endurecidos, nobles guerreros en la más intensa de las circunstancias; en Senderos de Gloria, se nos presenta una guerra en la que los oficiales sólo ven a sus subordinados como carne de cañón sin alma; Platoon y Apocalipsis Now retratan la guerra como una fuerza monstruosa que abre de par en par las puertas de la locura y la perdición; por otro lado, Salvar al Soldado Ryan nos muestra soldados que tratan, aún en la hora más oscura, de aferrarse a su humanidad fundamental, y de recordar su hogar ahora que están tan lejos. Spielberg vuelve a la carga con la más impactante escena de una de sus mejores películas.

Después del prólogo, en la que un veterano estadounidense, acompañado de tres generaciones de su familia, visita el lugar de reposo de sus compañeros de armas, vemos cómo la escena hace transición a una nave de desembarco aproximándose a la playa de Omaha en el 6 de Junio de 1944. El Día D. El Capitán Hills (Tom Hanks) trata de calmar a su batallón antes de tocar tierra. Le tiembla la mano. Un par de soldados vomitan. Van directos “A la Boca de la Muerte” (referencia deliberada). La puerta se abre y el infierno se desata.

La proeza de Spielberg no puede ser ignorada. Ésta escena es considerada como la que popularizó el uso de cámara sacudida en escenas de combate en Hollywood, pero es inexacto: la cámara está sostenida a mano, sin trípode, lo que incrementa en gran manera la sensación de peligro y de pánico que experimentan los soldados. Sin embargo, la geografía de la escena es clara como el agua,  y las imágenes, aunque sacudidas de manera orgánica, mantienen la acción siempre enfocada. La cinematografía no reduce la claridad de los eventos, sino que realza la ilusión de estar en el peor sitio del mundo, según los nidos de ametralladoras hacen jirones a la gente y los explosivos esparcen sus trozos en todas direcciones. Los soldados necesitan avanzar para destruir las barreras antitanque y los búnkeres enemigos, permitiendo así el paso de los tanques, pero si salen de cobertura los Nazis les matarán. ¿Cómo puede el Capitán Hills liderar a sus hombres a través de la arena, roja de sangre?

Francamente, durante un tiempo consideré dejar esta secuencia para la lista de “Escenas de Terror”, ya que esa es justamente la emoción que evoca: no importa dónde vayas, a dónde te muevas, el aire está lleno de proyectiles y metralla, y un paso en falso te verá muerto. Y las muertes…otras películas sanean la violencia, reduciendo lo grotesco de la muerte de la gente, pero no ésta película. En ocasiones me pregunto si, de hecho, exagera el factor gore frente al mundo real. En todo caso, no se regodea en ella. Cada soldado que cae víctima del fuego enemigo lo hace de manera espantosa. Gente partida por la mitad que grita por su mamá, hombres que buscan sus brazos cercenados, agujeros en mitad de la cara del tamaño de un melón galo…cosas que, de haberlo vivido en persona, le quitarían a uno el sueño.

Pero la batalla prosigue, y Hills es capaz de conducir a sus hombres colina arriba, de improvisar soluciones para abatir un nido de ametralladoras e incinerar un búnker. Capturan a varios soldados del Tercer Reich, pero algunos mueren bajo los fusiles Americanos. No es lo correcto, pero ¿puedes acaso juzgarles? Al final, victoria, la playa ha sido tomada y comienza la invasión de Europa. La escena cierra con el precio pagado: la playa y los cadáveres desmembrados.

En términos de cine puro, es una secuencia perfectamente estructurada y secuenciada, aterradora, tensa y clara. En términos de narración, es un golpe brutal que nos pone en las botas de los guerreros que vieron su sangre derramada en batalla. Es un recordatorio del miedo atroz, la humanidad y sacrifico que estos valientes sufrieron. Y un recordatorio de que hay buen motivo por el que Spielberg es el mejor.

ADVERTENCIA: Ésta batalla es especialmente horrible y sangrienta. Si no soportas ver sangre y entrañas, no abras estos links (partes 1, 2, 3 y 4 de la batalla)
https://www.youtube.com/watch?v=RYxrKhyhDRc
https://www.youtube.com/watch?v=Ie_hRU31pyo
https://www.youtube.com/watch?v=qMjOCwC1o6g
https://www.youtube.com/watch?v=HONl6wFVaF4

Aquí os paso el link al artículo paralelo de Miguel en El Vertedero de las Ideas:
https://elvertederodeideas.wordpress.com/2019/10/24/top-5-batallas/?fbclid=IwAR3aXwFqVPPu42ahe8I1P4XgrkSaQDA5VQRKkeYv8Z7bEYNKVUKK7-uwMok

Y de Leticia en La Pesada:
https://lapesada.wordpress.com/2019/10/24/top-5-batallas/?fbclid=IwAR2uDlw1mrrbyc3zh-NiN3NayQESOjiijMNg1wB-hRbFIzK28cIe-r3GrTk

Gracias por leer. ¿Estás de acuerdo, o en desacuerdo? Comenta y comparte, y estáte atent@ a artículos futuros. ¡Hasta la vista!

La semana que viene, temblarán hasta tus huesos cuando hablemos de Grandes Escenas de Terror. ¡Hasta pronto!
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miércoles, 16 de octubre de 2019

5 ESCENAS MUSICALES

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Los románticos como Byron y Shelley creían que la música es el lenguaje universal, capaz de traspasar las barreras nacionales y evocar la trascendencia de lo sublime, en cierta manera la clave para desentrañar el lenguaje celestial, el orden divino al que llamaban “la música de las esferas”. Obviamente, los muy suertudos nunca habían oído reggaetón.

La música es un componente vital del séptimo arte, capaz de insuflar en una película tono, estado emocional, tema y leitmotif, entre muchas otras funciones. La asociamos con los mejores momentos, las emociones más intensas y con la síntesis del film en su conjunto. Pero hoy no vamos a hablar de bandas sonoras, sino de números musicales: secuencias en las que uno o más personajes cantan (y, opcionalmente, bailan) directamente a la pantalla una canción que se relaciona directamente con lo que está sucediendo.

Mi amigo Miguel, de El Vertedero de las Ideas, Leticia, de La Pesada, y yo, nos hemos propuesto a hablar de Cinco Escenas Musicales, cada uno en su blog. Al final de éste artículo encontraréis un link a sus blogs. En el futuro hablaremos de otros tipos de escenas, como tiroteos, momentos de tristeza y terror.

Quiero establecer cuatro de las guías principales de las que me he servido. 1) Las películas no tienen por qué pertenecer al género musical; 2) El número musical puede ser diegético (es decir, los músicos forman parte de una interpretación y actúan sobre un escenario) o extra-diegético (es decir, la música no forma parte de la “realidad” externa establecida por la ficción, sino que es o bien un soliloquio cantado o un diálogo entre personajes representado con música y danza); 3) Las películas de dibujos animados también cuentan; 4) Admito canciones que no sean originales del musical, de modo que se permiten Musicales Jukebox como Mamma Mia! o El Submarino Amarillo.

NO admito como ejemplos válidos música perteneciente a la banda sonora que no esté siendo interpretada por los personajes de la película, como los gags visuales que caracterizan buena parte de la filmografía de Edgar Wright. 

Habiendo dicho esto, empecemos. *Ahem* Mi mi mi mi miiiii...

#1 Singin´in the Rain (Cantando bajo la lluvia, Gene Kelly & Stanley Donen, 1952)


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A veces, no existe nada como el virtuosismo. En el caso que nos atañe, Gene Kelly es a la danza lo que Velázquez a la pintura. Posiblemente su mejor exhibición de habilidad pura fue en el clásico Cantando bajo la Lluvia, uno de los filmes primigenios sobre el tema de la industria cinematográfica. Este clásico trata de cómo varios actores de Hollywood intentan de sobrevivir y medrar durante la transición del cine mudo al cine sonoro y de las frustraciones y vicisitudes que padecen al procurar adaptarse al nuevo medio. Los protagonistas, Kathie (Debbie Reynolds), Cosmo (Donald O´Connor) y Don Lockwood (Gene Kelly) han pasado la noche entera tratando de solventar el problema irresoluble: ¿cómo hacer que la estrella del cine mudo Lina Lamont pase por una seductora y elegante dama cuando tiene peor dicción que un jamelgo borracho? Si no lo logran, la cinta con la que estrenarán sus voces será su primera y última película hablada.

¿La solución? Inventan el playback. ¡Problema resuelto! ¡Salvados! (O eso creen…van por la mitad de la peli). Suspiran de alivio y, después de besar a Kathie, Don se marcha a su casa, contento de que haya luz al fondo de su túnel. Su carrera tiene futuro. Llueve que diluvia, pero ¿a él qué le importa? En lo que a él se refiere, sólo hay alegría. Canta bajo la lluvia.

Un detalle curioso que aprendí de La Sexta Tres (¡Cielos, cómo echo de menos ese canal!) es que el agua en esta escena está, en realidad, mezclada con leche, ya que el agua sin más no era lo bastante visible para verse bien en las cámaras de la época. Es sólo una trivialidad interesante. 

La música y el baile es, sin duda, un ejemplo clásico del Hollywood de la Edad de Oro, acaso un pelín cursi y empalagoso, pero un dechado de su clase no obstante. Es una manifestación excelente de una idea, que sin importar lo gris y desagradable que sea el día, no le faltan motivos para bailar. Tratar de explicar por qué es tan perfecto es como tratar de explicar por qué el Oporto es exquisito, o por qué los atardeceres resultan hermosos. 


Hm…tanto ver paraguas me está haciendo pensar en algo…

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#2: El Espantpájaros, el Hombre de Hojalata y el León Cobarde/Nos vamos a ver al mago (El Mago de Oz, Victor Fleming, 1939)

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Otro clásico. El Mago de Oz se considera la primera película en usar el color como elemento narrativo (había películas más viejas a color, pero ésta fue la primera en transmitir información de trama por medio del color mismo). En esta aventura inolvidable, la joven Dorothy (Judy Garland), de Kansas, y su perrito Toto, se ven transportados durante un huracán a un país mágico, donde se ven amenazados por la Malvada Bruja del Oeste, que quiere matar a la chica para conseguir sus zapatillas de rubí. Para poder volver a casa, Dorothy debe pedir ayuda al Mago que vive en la Ciudad Esmeralda, atravesando el país de Oz por el Sendero de Ladrillos Amarillos. En ese trayecto, se topará con tres amigos inseparables: un Espantapájaros sin cerebro, un Hombre de Hojalata sin corazón y un León sin agallas.

Lo admito, aquí estoy haciendo trampa. Un poco. Más o menos. Lo que expongo aquí es, en realidad, un conjunto de tres números musicales casi idénticos, interpretados por distintos personajes, unidos por una pieza musical común. En efecto, la introducción del Espantapájaros (Ray Bolger), el Hombre de Hojalata (Jack Haley) y el León Cobarde (Bert Lahr) está dividida con cada personaje. Dorothy avanza por el camino, entabla conversación con un colorido personaje (o busca pelea con unos árboles con mala leche), le pregunta al personaje cuál es su problema (les falta, respectivamente, un cerebro, un corazón y coraje), el cual se lo explica con una canción y ella les propone que vayan con ella a ver al Mago de Oz, momento en el cual irrumpen en la inigualable estrofa:
Noooooooooos vamos a ver al mago, el fantástico mago de Oz…


En todo caso, considero que este conjunto de canciones y escenas forma un total mayor que ha de ser evaluado como tal. Y como tal, es sencillamente brillante, con música inigualablemente saltarina y letras ingeniosas y hábiles (¡No te pierdas lo que haría el Espantapájaros con sesera!). Pocas canciones me producen semejante sensación de alegría y deseos de aventura. Es básicamente la música que toca mi cerebro (yo sí que tengo) cada vez que salgo de viaje. 

https://www.youtube.com/watch?v=nauLgZISozs
https://www.youtube.com/watch?v=PU_QsEnogTg
https://www.youtube.com/watch?v=x8QaNa2ZFiY
https://www.youtube.com/watch?v=34JPUTJd2V8
https://www.youtube.com/watch?v=BMBil4FkLKc

#3: Si yo fuera rico (El Violinista en el Tejado, Norman Jewison, 1971)

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Dejando a un lado los musicales de Hollywood de Oro y de la Ópera Rock (hablaré de ello más adelante, tranquil@s), vamos a darle a esto un toque más folclórico: hablemos de musicales con melodías que no pertenecen al clásico panorama de Hollywood WASP. No, no voy a decir nada sobre Bollywood, porque eso será tarea de alguien que sepa más que yo al respecto. En cambio, sí que me interesa una película como El Violinista en el Tejado, que imita las melodías y sonidos de la música rusa y del pueblo judío.

En la Rusia zarista de finales de siglo, seguimos las desdichas de una comunidad constantemente acechada por los pogromos cosacos, y en particular las de un granjero llamado Rev Tevye (Topol). Tevye es un buenazo, un hombre humilde y de buen carácter, pero más que un pelín listillo, el cual habla con Dios de tú a tú, meditando, quejándose y a veces hasta cotilleando con Él.
Tras un largo viaje por el pueblo empujando una carreta llena de leche (Tevye le pregunta a Dios “¿De verdad era necesario que se le rompiese la pata a mi burra?”), regresa a su hogar, agotado y justo después de discutir con su tonante esposa. Mira al cielo, debatiendo con Dios por qué tuvo a bien que naciese pobre. La canción que representa la meditación es pegadiza como ninguna otra, además de ser algo que todos entendemos: un fantaseo de lo que haríamos si tuviésemos más de lo que nos ha tocado en la vida.


Resulta bonito ver los deseos de un hombre como Tevye: están las cosas obvias, como tener una casa más grande, con buenos materiales, ser admirado y respetado por todos, etc. Uno que a mí me llama la atención: los momentos en los que piensa en su esposa con un cariño que no se nos hace evidente durante sus conversaciones (siempre regañándose mutuamente). El más entrañable, sin duda, es que si tuviera dinero, tendría tiempo para poder estar en la sinagoga y estudiar los textos sagrados. Para él ese sería el auténtico beneficio de la riqueza: no los placeres materiales, sino tener más tiempo para acercarse a Dios. Con todo y todo, Tevye es un hombre de decencia enternecedora, y el conocer su alma abierta ante todos, en una canción así de entretenida y pegadiza le desarma a uno por completo. 

https://www.youtube.com/watch?v=RBHZFYpQ6nc

#4: Migas de Pan (Mary Poppins, Robert Stevenson, 1964)

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¿Cuál es la enfermedad más infecciosa de todas? No, no es el Troyano que he metido en tu ordenador. El virus más infeccioso de todos es una idea, una simple idea que arraiga en el fondo de tu mente. Eso, al menos, es lo que nos enseña Leonardo Di Caprio en Origen, el Ocean´s 11 del Subconsciente. Si plantas una idea en el fondo de la mente de alguien, fundamentalmente alteras su ser. De una manera un tanto curiosa, la niñera mágica Mary Poppins (Julie Andrews), prácticamente perfecta en todo (yo no se lo voy a discutir), hace algo muy parecido con esta bella nana: Migas de Pan.

Con la hermosa voz de Andrews arrullándonos, nos cuenta que hay una mujer que alimenta a las palomas en la Catedral de San Pablo, y anuncia que vende, vende, vende migas de pan. Lo que hace tan genial esta canción (aparte de hacer que yo, un zaragozano, sea capaz de sentir amor por las palomas, cosa generalmente imposible) es que está aleccionando a los niños, y por medio de ellos al Señor Banks (quien realmente necesita aprender). Porque lo que Mary Poppins les (¡nos!) está enseñando es a apreciar aquello sin ningún valor extrínseco. Puede que te digan que debes invertir tus dos chelines en el banco para poder hacer dinero, pero en realidad es mejor usarlo para dar de comer a las palomas. ¿Y por qué?, preguntaría un confuso Señor Banks. ¿Qué beneficio tiene, qué sacas tú de alimentar a las palomas? Y la respuesta es obvia. No sacas absolutamente nada. Eso es lo que lo hace tan maravilloso.

Más adelante, cuando Banks ha sido despedido de todas las maneras menos oficialmente, camina lentamente hacia el banco, como un preso andando por el patíbulo donde tendrá lugar su ejecución. La música que suena mientras medita es, precisamente, la melodía de Migas de Pan, lo que nos indica sin ambigüedad que es precisamente en aquella lección en la que medita. Y es gracias a esta nana que el bueno de Banks puede aprender el significado de la palabra súpercalifragilisticoexpialidoso (estoy casi seguro de haberlo escrito mal). 

https://www.youtube.com/watch?v=T5Wb_sTdJVg

https://www.youtube.com/watch?v=z0R9kEnu4zo

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¡Más paraguas! ¿Qué me está pasando?
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Por algún motivo no dejo de pensar en...paraguas...y en la Revolución de nuestro Tiempo...

#5: Getsemaní (Jesucristo Superestrella, Norman Jewison, 1973)

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Por último están los números que descorren el velo y nos muestran lo oculto en el alma humana. Una cosa es que un personaje nos cante sus deseos e intenciones, pero a menudo nos hacemos una idea de quiénes son por medio de su forma de hablar, de moverse y de comportarse. Pero luego están aquellos personajes que se mantienen un poco alejados, emocionalmente distantes y enigmáticos. Te preguntas lo que estará pasando dentro de sus cabezas, qué clase de pensamientos tendrán. Y entonces se ponen a cantarlos con el poderío de un huracán.

Es el caso, sin duda, de Jesús de Nazaret (Ted Needly) en Jesucristo Súperestrella. Ya hablé sobre ésta Ópera Rock de Broadway transformada en película en la lista de 5 Introducciones de personajes (si te interesa, he aquí el link: https://larealidadlaficcion.blogspot.com/2019/09/hay-una-famosa-anecdota-en-la-que-el.html). Es una reinterpretación de los Evangelios desde un ángulo más existencialista, haciendo preguntas sobre la identidad del Mesías cristiano sin dar respuestas claras. Lo interesante del musical es que, aunque Jesús es el centro de la acción, y todas las decisiones de los personajes orbitan en torno a su figura, la perspectiva desde la que vemos los acontecimientos es la de los que le rodean: Juan, María Magdalena, Caifás y Anás y, especialmente, Judas Iscariote. Los personajes se preguntan cómo entenderle, cómo amarle, qué hacer con él si las cosas se van de mano. Y de boca de Jesús, poco más que alguna línea críptica, un barrullo con los comerciantes en el templo y grito de agonía entre los leprosos (¡Dejadme en paz!). ¿Qué puede estar pasándole?

La gota que colma su vaso es cuando, en el jardín de Getsemaní, Judas discute con él por última vez y le abandona (Por cierto: ¿Qué clase de insulto es “mandarina pocha”?). Jesús, visiblemente herido en el alma, ve cómo Judas sale corriendo, mientras los apóstoles miran sin comprender. Cae la noche, y todos duermen, pero no Jesús. Sale a andar a solas, eleva sus ojos al cielo y habla con Dios Padre, en una variación de su famoso rezo de “Aleja de mí ésta copa”. Es una canción que expresa terror. Puro terror existencial. Si sigue adelante, le matarán, y hay pocas cosas más horribles que la muerte por crucifixión. ¿Y por qué motivo? ¿Por qué causa le dice el Padre que ha de morir? Ya no lo tiene claro. A medida que la canción avanza, a Jesús se le ve más y más frustrado, incluso enfadado, culminando en una poderosa nota alta (extremadamente difícil de alcanzar para cualquier cantante). “¿¡Por qué he de morir!?”. Este Jesús, que hasta ahora ha sido críptico y circunspecto, ahora se abre a nosotros y le vemos en su humanidad con una de las canciones más impactantes de todas.


Siendo claro, como cristiano, yo creo que Jesús es el hijo de Dios. Pero he de admitir que éste musical, y ésta canción en particular (la cual, creo importante añadir, no fue escrita por cristianos tratando de evangelizar), le ayudan a uno a no olvidar que, además de todo, Jesús fue también un hombre como cualquier otro, y que el miedo a la muerte y la necesidad de saber si nuestra vida ha tenido un propósito es algo que, en el fondo, tenemos todos en común. Pese a ser una perspectiva alternativa al Evangelio, es una con un valor artístico difícil de igualar. 

https://www.youtube.com/watch?v=Nv-CsctQ72g&list=RDNv-CsctQ72g&start_radio=1&t=5



Gracias por leer. ¿Estás de acuerdo, o en desacuerdo? Comenta y comparte, y estáte atent@ a artículos futuros.
Aquí os paso el link al artículo paralelo de Miguel en El Vertedero de Ideas:
https://elvertederodeideas.wordpress.com/2019/10/17/top-5-escenas-musicales/?fbclid=IwAR1Ecw9N_L4o7wAyZtta2oQmoob3Cu8IGm3PXbqcOWkO08D-CDr3KOkIzGQ

Y de Leticia en La Pesada:
https://lapesada.wordpress.com/2019/10/17/top-5-escenas-musicales/?fbclid=IwAR1L11Eb1ZoCAdiyr21_2IRuEs2SdUBPtMtEiSk6OPTzmIcg8uKH_-ueA3Q

La semana que viene, hablaremos de Cinco Escenas Acción: Batallas. ¡Hasta pronto!

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miércoles, 9 de octubre de 2019

5 ESCENAS DE REVELACIÓN

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¿Serías tan amable de seguir leyendo?

A veces, todo cobra sentido. Una inspiración, un destello o la palabra exacta en el momento justo, y las escamas caen de tus ojos. Ahora puedes ver la totalidad de lo que sucede, la imagen en su conjunto. Estas son cinco grandes secuencias de revelación en el cine, en las que un personaje y/o el espectador obtiene una pieza de información vital que re-contextualiza los eventos de la película.

Mi amigo Miguel, de El vertedero de ideas, y yo, nos hemos propuesto a hablar de Cinco Escenas de Revelación, cada uno en su blog. En el futuro hablaremos de otros tipos de escenas, como tiroteos, musicales, terror, etc. Éste es el link a su artículo paralelo:
https://elvertederodeideas.wordpress.com/2019/10/10/top-5-escenas-de-revelacion/?fbclid=IwAR2R2ZaljjfOolqmm0jf60hzupW9g4E_L1D6ZRXF4gqrJ9ymhKjhu-nNnQE

Antes de empezar, creo necesario hablar sobre spoilers. Como debe de ser obvio, esta página va a contener SPOILERS MASIVOS para cada film que mencione. No todos van a ser giros inesperados (algunos serán quizá predecibles), pero todos son secretos revelados a personajes y espectadores. Por lo tanto, si no has visto las películas indicadas más abajo, es posible que quieras saltarte la entrada pertinente. No obstante, para las personas súper-sensibles respecto al tema, no considero que sea un spoiler el mero hecho de mencionar la película. No debería sorprender a nadie que una película contenga sorpresas. Asimismo, también he de señalar que, en muchos casos, leer u oír un spoiler no tiene por qué arruinar la película. Si un filme es bueno, que te estropeen una sorpresa no va a arruinarte la experiencia. A mí me chafaron el giro en El Sexto Sentido muchos años antes de que la viera, y aún así me pareció muy buena. Es sólo con cintas mediocres (como Shutter Island) que esto puede resultar un problema, ya que, si no hay sorpresa, la película no tiene nada más que ofrecer. Así que, si al leer esta página te hago algún spoiler, lo siento de veras, pero también espero que sirva de incentivo para que veas la película en cuestión.


Dicho eso, las películas que pienso destripar son, en orden:

-Watchmen (Zack Snyder, 2009)

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-El Padrino (Francis Ford Coppola, 1972)
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-Arma Fatal (Edgar Wright, 2007)
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-Chinatown (Roman Polanski, 1974)
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ADVERTENCIA: La sección que habla sobre esta película discute temas de maltrato sexual. Si leer sobre ello puede causarte dolor o malestar, es mejor que te saltes el párrafo referente a Chinatown.

-El Tercer Hombre (Carol Reed, 2009)
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 Las explicaciones de las escenas per se estarán después de la advertencia.

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# 1: La mayor broma pesada en la historia de la humanidad (Watchmen)

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Empecemos por lo obvio: la escena en la que el villano muestra a los héroes la verdadera naturaleza de su plan, todo un clásico del género de superhéroes. Y, como suele ser el caso, el cómic Watchmen, y su adaptación cinematográfica, es posiblemente la subversión más brillante de ese estereotipo. Ideado como una deconstrucción trágica de las historias tradicionales de superhéroes, Watchmen cuenta la historia de cómo unos antiguos justicieros enmascarados desentrañan una conspiración que les involucra a ellos, al superhumano Doctor Manhattan (un humano que obtuvo poderes cuánticos casi divinos; interpretado por Billy Crudup) y al inminente desastre nuclear entre los bloques Americano y Soviético.

Al avanzar la historia, Rorschach (Jackie Earl Haley), un detective enmascarado de carácter psicótico e intransigente, y Búho Nocturno (Patrick Wilson), un superhéroe tecnológico recién regresado a la aventura, han logrado sobrevivir a intentos de asesinato, redadas policiales y una fuga carcelaria, y han encontrado pistas que les guían al centro de la conspiración: Adrian Veidt (Matthew Goode), un antiguo aventurero con capa como ellos (usaba el nombre de Ozymandias, en honor a su héroe, Alejandro de Macedonia), ahora retirado y convertido en magnate y filántropo, parece estar detrás de la desaparición del Doctor Manhattan y el empeoramiento de la Guerra Fría. ¿Pero por qué?

Los dos superhéroes embarcan en la que podría ser su última aventura, a la base de Ozymandias en nada menos que la Antártida, dispuestos a enfrentarse a un enemigo de tal intelecto, astucia tecnológica y pericia marcial que es, fundamentalmente, el hombre más peligroso de la tierra. Rorschach y Búho Nocturno se infiltran en su magnífica guarida, llena de pantallas de televisión, pero no logran sorprender a su antiguo aliado, ahora enemigo, y deben luchar con él. No tenían ninguna posibilidad, Veidt los zarandea como si fueran cachorros.  Encima, para hacer que esto sea todavía más humillante, les cuenta su plan en detalle mientras pelean. Les dice que lo que pretende hacer es salvar a la humanidad del peligro de guerra nuclear, asustándola con una amenaza mucho mayor. Concretamente, la del superhumano Doctor Manhattan (es ligeramente distinto en el cómic, pero eso no importa ahora). Ha arreglado el auto-exilio del Doctor y ha plantado diversas bombas cuánticas en las ciudades más importantes de la Tierra. Cuando estallen y causen millones de muertes, todo el mundo pensará que fue Manhattan quien lo hizo, aliándose en un frente común y asustándose del verdadero poder destructivo de la energía atómica. En esencia, pretende salvar a la especie humana engañándola por medio de una masacre.

Obviamente, Búho Nocturno y Rorschach no van a permitir que Ozymandias cometa semejante atrocidad. Al fin y al cabo, no son los mejores (Rorschach, de hecho, es el peor), pero siguen siendo superhéroes. Y entonces Veidt revela el verdadero golpe de gracia. Sencillamente les dice:
“¿Qué te crees, que soy un villano de cómic? No iba a contaros mi plan maestro si existiera la mínima posibilidad de que me lo impidierais. Lo hice hace treinta y cinco minutos”.

Y entonces vemos la bomba estallar en Nueva York.


La mejor subversión de cliché imaginable. Durante su viaje a la Antártida, Rorchach y Búho Nocturno han perdido comunicación con el resto del planeta, y han llegado demasiado tarde, no han logrado impedir una horrible matanza y lo único que han conseguido es que Ozymandias les dé una lección sobre sociología. 




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#2: El Bautismo Sangriento (El Padrino)

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Continuemos con una escena que no es sorprendente por su contenido, sino por su ejecución. Por sus múltiples ejecuciones, a decir verdad, pero me estoy adelantando. No necesitas que te diga que El Padrino es una de las películas más importantes e influyentes de la historia del cine, además de seguir estando entre las mejores. En ella hemos acompañado a la familia criminal de los Corleone en su decadencia al verse amenazada por las distintas mafias de Nueva York y Sicilia, todas ellas encantadas de matarlos. Y es que los Corleone se negaron a unirse a los Tataglia y otras familias en el tráfico de drogas (al parecer, la prostitución, el juego ilegal, los sobornos y la extorsión son negocios honorables, pero la cocaína es inadmisible. En fin). Don Vito (Marlon Brando) muere de causas naturales, y Sonny es brutalmente asesinado de tal manera que Bonnie y Clyde le dirían que bajara de tono. Por su parte, Michael (Al Pacino), en su exilio en Sicilia, sobrevive a un atentado contra su vida. En resumidas cuentas, los Corleone, liderados por el recién retornado Michael, se ven obligados a rendirse a la presión de las otras familias, humillados y quitados de su soberbia.

O eso es lo que piensan los Tataglia y compañía.

Michael acude al bautismo de su ahijado, y tiene lugar una de las secuencias más extraordinarias de todas, una obra de virtuosismo del montage. Tras cada parte del ritual de bautismo, un Corleone emprende el sangriento asesinato de un mafioso rival. Con la música en febril crescendo, el montaje crea una horripilante yuxtaposición entre la limpieza del alma de una criatura pura como ese bebé con el cruel y despiadado derramamiento de sangre que emprende la propia familia de la criatura.

Es muy posible que ese acto de Michael fuese predecible para nosotros, los espectadores, pero no lo fue para sus víctimas, y desde luego la fuerza y magnificencia de esta secuencia nos cogió a todos por sorpresa. Cuando lo ves, a uno se le cae la boca como si fuera la primera vez.



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#3: Por el Bien Supremo (Arma Fatal)

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Como parte de la Trilogía de Cornetto de Edgar Wright, Arma Fatal es una parodia peculiarmente británica de un género peculiarmente estadounidense: se trata de una película que imita, homenajea y a veces incluso supera las exageradas pelis de acción de policías que caracterizan la filmografía de Tony Scott, Michael Bay, Katheryn Bigelow y John Woo, pero protagonizada por un par de bobbies en un pueblo rural inglés.

El súper poli Nicolas Angel (Simon Pegg) es tan bueno que está haciendo quedar mal al resto del cuerpo, así que es enviado al idílico pueblo de Sandford, donde nunca sucede nada. Es el sitio más perfecto imaginable, sin borrachos, sin grafitis y sin estatuas vivientes de esas que a veces ves por la calle. Ahí traba amistad con Danny (Nick Frost), inútil agente de policía e hijo enchufado del Inspector Butterman. Sandford, ganador frecuente del título de “Pueblo del Año”, es tan bucólico que todo parece ir bien. Excepto que está teniendo lugar una cadena de muertes accidentales un tanto increíbles ¡Por supuesto que esa mujer se cayó sobre las podaderas decapitándose accidentalmente! ¡Cualquiera puede ahorcarse por accidente con una manguera! ¿Que hemos encontrado un cadáver cosido a balas? Estaba limpiando el rifle y se le disparó. ¿Lo ves? Accideeeeeente.

Naturalmente, el súper-madero Angel huele un caso, e investiga a Simon Skinner (Timothy Dalton), el untuoso dueño del supermercado local. Las piezas parecen empezar a encajar. Las distintas víctimas eran dueños de parcelas cercanas, negocios potencialmente rivales o periodistas que habían investigado demasiado. Nicolas se enfrenta contra un esbirro, esquiva un intento de asesinato y se dirige a un concilio nocturno donde sospecha que el perpetrador estará hablando con sus co-conspiradores. Skinner, sin duda, tiene que haber estado matando a una serie de personas locales clave para apoderarse de un gran y valiosísimo terreno que iba a aprovechar para crear unos grandes almacenes. ¡Iba a financiar sus ambiciones con la sangre de la gente de Sandford!

Eso hubiera sido lo normal.

Resulta que los ciudadanos más respetables y de más vieja casta de Sandford están en el ajo. El bibliotecario, el párroco, la farmacéutica, los adorables ancianitos granjeros…el Inspector Butterman. Y Skinner también, desde luego. Pero a todos ellos les trae sin cuidado todo eso del terreno y las propiedades. Mataron a esa gente por motivos absolutamente banales: a uno por ser mal actor, a otra por tener una risa irritante, al del periódico por cometer faltas de ortografía, a unos adolescentes por mear en la plaza, a unos por hacer grafitis, a otros por hacer de estatua viviente. Porque lo único que quieren es que Sandford siga ganando el premio a “Pueblo del Año”, su personal definición de “el bien supremo”. Y si para ello tiene que morir gente cuyo único delito fue echar colillas en la calle, pues todo sea por el Bien Supremo.

Esta revelación es simultáneamente siniestra y extrañamente graciosa, una presentación de un mal tan inesperadamente banal que no sabes si reír por lo ridículo que resulta o si temblar por lo próximo que parece. La secuencia, además, es una impactante pregunta acerca de la cruel organización de nuestra sociedad, y de lo dispuestos que estamos a sacrificar la comodidad de los “indeseables” para el provecho de los “ciudadanos respetables”. Y si podemos sacrificar el bienestar de los “indeseables”, ¿qué más podemos hacerles sacrificar…?



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#4: ¡Es mi hija! (Chinatown)

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Hay revelaciones que, al hacerte ver el panorama de la historia al completo, te hacen sentir profundamente mal. Ese caso es, para mí, Chinatown, un clásico del género Neo-Noir. En ella, el detective privado Jack Gittes (Javk Nicholson) explora las calles de Los Ángeles en 1937, instigado por una mujer llamada Evelyn Mulwray (Faye Dunaway). Le manda investigar una enrevesada conspiración que involucra a un magnate local, impostores, niñas de identidad misteriosa y el desvío de inmensas cantidades de agua en mitad de una ola de calor. Jack es mentido, engañado y manipulado en todo momento (incluso por Mulwray, quien le contrató), y alguien incluso le mete una navaja por la nariz por meter el hocico donde no le quieren. Valga decir, que ya han pasado dos tercios de película y tanto Jack como los espectadores se sienten frustrados. Las piezas del puzle están encajando, y empezamos a vislumbrar de qué va la cosa, pero nadie en todo el caso parece dispuesto a soltar prenda.

El anciano magnate, Noah Cross (John Huston) revela ser el padre de Evelyn, la cual se ha fugado de casa. También encarga a Jack a que encuentre a su amante, una joven que parece haberse esfumado del mapa. Más adelante, Jack se reencuentra con Evelyn y, aunque se desarrolla un romance, nunca llega a confiar en ella. ¿Cómo podría? Ella ha estado mintiendo cada dos frases. Entonces es cuando Jack ve a Evelyn con una chica que responde a la descripción de la amante de Cross. Jack confronta a Evelyn, y le exige la verdad.

¿Quién es esa chica?
No es nadie, dice ella.
¿Quién es?
No es nadie, repite. Está escurriendo el bulto.
Una bofetada cruza la cara de Evelyn.
Por fin vamos a sacar algo en claro, empiezas a pensar. Si vuelve a mentir, dale otra vez.
¿Quién es esa chica?, repite Jack.
¡Es mi hija! Ella tiembla de la sacudida.
No te crees la respuesta: apenas le sacará quince años. Bofetada.
¡Es mi hermana!
Vuelve a mentir. Otra bofetada.
¡Es mi hija y mi hermana!

Giran los engranajes en tu cerebro y, de pronto, te sientes horriblemente sucio. A mí me costó entenderlo (necesité ayuda la primera vez que la vi), pero la sensación del momento es algo que impregna por completo mi memoria de esta película. Me sentí cómplice de un acto atroz. En su momento, me parecía bien que Jack abofeteara a Evelyn. Al fin y al cabo, parecía la única forma en que ella fuera a decir la verdad. Pero cuando al fin la reveló, deseé no haberla oído, y sobre todo deseé no haber deseado verla abofeteada. Viene a tu mente la imagen de una Evelyn de quince años, y su padre Noah Cross a su lado, y te entra un escalofrío. Esta escena cubre al espectador de una sensación de vergüenza propia insoportable. Ni siquiera está en el centro de la conspiración principal, pero el impacto emocional es tan profundo que no te lo puedes sacudir de encima. 



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#5: Entra Harry Lime (El Tercer Hombre)

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No tienes ni idea de lo difícil que fue encontrar una portada que no hiciera spoiler de esta película.
Hemos hablado de dramas criminales, películas de acción policial y de neo-noir. Ahora toca noir puro, sombras acechantes, cigarrillos con densas columnas de humo, ojos furtivos e intenciones siniestras. Una de las obras cumbre del género es El Tercer Hombre. Tiene lugar en Viena, en ruinas y ocupada, justo al final de la Segunda Guerra Mundial, dividida entre las autoridades Británica, Francesa, Estadounidense y Rusa. Holly Martins (Joseph Cotten), un escritor de novelas baratas sin un céntimo a su nombre, llega a esa ciudad porque su amigo de la infancia, el pícaro Harry Lime, le ha ofrecido trabajo. Pero cuando llega a la derruida ciudad, le informan que Harry murió atropellado un par de días antes de su llegada. Su cuerpo fue atendido por dos de sus amigos y por un tercer hombre de identidad desconocida que no aparece en todos los testimonios.

Martins conoce a Anna Schmidt, la antigua novia de Harry, y a la policía militar Británica, que se alegra enormemente de la muerte de éste, al que califican de rufián. Holly y Anna, desde luego, se niegan a creer que Harry fuese un canalla. Al fin y al cabo, todo el mundo tiene que trapichear en una ciudad como Viena en la posguerra, y Harry no podía ser peor que cualquier otro. Pero después de varias persecuciones y encontronazos desagradables, los ingleses deciden al final mostrar a Hollis toda la información que tenían sobre el difunto: que traficaba con penicilina robada y diluida, lo cual fue causa de la muerte de muchos inocentes, incluyendo niños, y que un camión lo atropellara fue lo mejor que pudo haber ocurrido.

Desilusionado y triste, Hollis accede a marcharse de Viena en el siguiente avión. Anda borracho por las calles de la desmejorada urbe cuando ve un gato (…el gato de Anna…) restregarse con los pies de alguien oculto en el umbral de una puerta. Hollis le grita a distancia que se muestre. Como no recibe respuesta, sigue vociferando hasta que los vecinos encienden la luz que muestra el rostro de nadie menos que Harry Lime (Orson Wells en su faceta más sublime), al son de la deliciosa cítara que caracteriza la banda sonora del filme. ¿Quién sino Harry iba a ser el Tercer Hombre? Quedan misterios por resolver, pero todo cambia a partir de que vemos la irresistible y pícara sonrisa de Orson Wells. Sencillamente maravilloso. 



Gracias por leer. ¿Estás de acuerdo, o en desacuerdo? Comenta y comparte, y estáte atent@ a artículos futuros. ¡Hasta la vista!

La semana que viene, hablaremos de escenas musicales. ¡Hasta pronto!

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