miércoles, 22 de abril de 2015

¿Debería ser ciencia la ciencia de la ciencia ficción?


En el fondo, este artículo es una apuesta conmigo mismo, para ver cuántas veces puedo decir la palabra ciencia del tirón.

Desde hace unos cuantos años, ha habido dos cosas que me han caracterizado: En primer lugar, soy estudiante de una carrera de ciencia. Por otra parte, soy un ávido consumidor de ciencia ficción en varios formatos (cómic, cine, novela, juegos...). Quizás no sea de extrañar, dado que la relación entre ambos es bastante evidente, pero yo creo que una no es consecuencia de la otra. Principalmente porque en la ciencia ficción no tiene por qué haber ciencia.

Sam Carter, ¿cuántos capítulos de Stargate SG1 habrás salvado así...?
La ciencia ficción que primero se me viene a la cabeza es la de los láseres, nanocitos, naves espaciales y monstruos cósmicos. Es una ciencia ficción muy obvia, que te golpea en la cara con una granada de fotones y espera que pidas más. En estos casos, siempre se ve a algún científico explicando lo que sucede de forma lo suficientemente complicada como para que, si no tienes cuidado, parezca que lo que dice tiene sentido.
Lo cierto es que esto no tiene absolutamente nada de científico y el caso es que no importa para nada. En muchas entrevistas que se han hecho al legendario Stan Lee, ha dicho cosas como que nadie tenía ni idea de lo que era un rayo gamma, pero que sonaba tan bien que los usaban para explicar monstruos como Hulk.

Y ese es el caso: el propósito de esta ciencia ficción es entretener, simple y llanamente. Es divertida, y se centra en los héroes y en lo que pueden hacer con cualquier recurso que al autor se le ocurra poner en sus manos.
Pero esto puede volverse en contra en el momento en el que un lector un poco espabilado empiece a preguntarse cómo es posible que Superman pueda volar más rápido que la luz o por qué se oyen las explosiones en el espacio de la Guerra de las galaxias.
Si no te importa ver un video en inglés, te recomiendo este titulado ¿Qué pasaría si Superman te pegase un puñetazo en la cara?, del canal Vsauce3. No tiene desperdicio.

Por lo visto, H.G. Wells no fue el único
Por otra parte, hay una ciencia ficción mucho más seria, en la que el autor sabe perfectamente sobre lo que está escribiendo y trabaja para que sus ideas funcionen alrededor de un concepto científico. A esto se le llama comúnmente como ciencia ficción dura. Esta ciencia ficción es responsable de las leyes de la robótica de Asimov y de que el Hombre invisible de H.G. Wells fuese invisible salvo por sus ojos.

Muchos de vosotros habréis visto últimamente la película Interestelar, que fue apreciada por muchas personas por el cuidado que puso en la ciencia de los agujeros negros y el viaje espacial. Es un buen ejemplo de este tipo de ciencia ficción, ya que para escribir el guión se contó con la colaboración de físicos de la NASA (que a nadie se le ocurra decir que estos tíos no saben de lo que hablan). Aunque esta película minimizaba esto, la ciencia ficción dura corre el riesgo de olvidarse de su objetivo principal: entretener. Comparado con la ciencia ficción del láser y el monstruo, la ciencia ficción dura puede llegar a ser árida y poco emocional.

2001: Una odisea en el espacio. Una peli muy fácil de entender...


Por suerte o por desgracia, estas clasificaciones no son nada fiables a la hora de la verdad y una obra de ficción puede contener elementos de ambas...o ninguna. Existe la llamada ciencia ficción social, en la que el centro no es explicar la tecnología sino ver qué consecuencias tiene en la gente. También hay muchos casos en los que hay elementos científicos, pero cuando se llega a algo que no se puede explicar científicamente se salta. Las combinaciones son muchas, pero lo importante es no olvidar que el poder de la ciencia-ficción es que puede ser ciencia... y a la vez ficción. Eso y que los sables de luz molan mucho.
No me gustaría que Ken Watanabe me mirase mientras duermo...

¡Hasta la próxima y vigilen los cielos!

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