Tengo algo en
común con Ebenezer Scrooge, y es que detesto la Navidad. Bueno, eso no es
enteramente cierto. Odio lo que el mundo Occidental ha hecho este período
festivo. La Navidad era hermosa, pero la hemos desfigurado y prostituido. Estoy
empleando un lenguaje hiperbólico, pero no por ello menos cierto. Creo que las
cosas que más me molestan de la Navidad en su estado actual son a) su secularización
y b) su abominable empalagosidad (según la RAE, ésta palabra no existe; según un servidor, es un sustantivo derivado del adjetivo "empalagoso").
Antes de continuar, lo que vas a leer te puede sonar intransigente, radicalizado e incluso un poco tóxico. Lo siento de antemano, y espero que no lo interpretes como un ataque personal a tus creencias.
Vayamos por
partes.
La Navidad es una
fiesta cristiana. Es cierto que tiene sus raíces en festividades paganas como
el Solsticio de invierno y la Saturnalia, pero es una fiesta en la que se
celebra el nacimiento de Jesús, el mesías de los cristianos. Ya está. De eso va
la cosa. Incluso el nombre de la fiesta deriva directamente de "nacimiento", como "el nacimiento de Jesús". Me sube la tensión arterial cada vez que una película o un especial
navideño se saca de la manga una patraña sobre el “verdadero significado de la
navidad”, que si es sobre estar juntos, o amarnos, o no-sé-qué sandez. Disney,
todos sabemos lo cínico que eres, así que deja en paz la Navidad e invéntate tu
propia fiesta. Disneyro, Disneydad, o algo así. Todos sabemos que tienes poder
como para hacerlo. Deja la Navidad tranquila. Si yo fuese judío, estoy seguro
que odiaría que tratasen a la Fiesta de las Luces como un evento en la que el
significado real ha sido extirpado. O si fuese musulmán, me mosquearía que
sacasen una mascota comercial para representar el Ramadán.
No es un concepto
absurdo. Los españoles no celebramos el Día de Acción de Gracias de los estadounidenses. Los franceses no tienen a San Patricio. Los judíos no peregrinan hacia la Kaaba. Una cosa es que te inviten (si, por ejemplo, un amigo tuyo de una religión distinta fallece, el funeral se realizará según los ritos de su familia, y si te invitan, eso lo vas a respetar); otra cosa muy distinta es robarle las fiestas a los demás. Voy a sonar hostil y contrario, y lo siento. Pero los cristianos
celebramos la Navidad. Los que no son cristianos, francamente no veo por qué
tienen que celebrarla. Y si lo hacen, no deberían llamarlo Navidad. Es otra
fiesta, con otro motivo de celebración. Es una festividad secular en que se
celebra…ya ni lo sé. Que lo llamen Invernilia, o algo así. Al menos eso sería
sincero.
La otra parte que
no soporto de la imagen que se le da a esta festividad es que es
insufriblemente cursi. Esto, obviamente, viene ligado con el comercialismo al
que la Navidad se ha visto sujeta, pero francamente no veo el atractivo en
primer lugar. Los Pitufos no son adorables, aquellas ardillas que cantan no son
graciosas, y los mensajes de familia y amor mutuo de las películas navideñas no
enternecen, sino que cansan. Vale, ser cínico y arisco durante todo el año no
es ni agradable ni saludable, pero es que estos mensajes navideños los
encuentro todavía más cínicos que casi cualquier otra cosa. No te he perdido de vista, Disney. Admito que ésta crítica es
particularmente subjetiva, pero no puedo ser el único que lo siente así.
¿Te sangran los ojos ya? |
Si te he
resultado ofensivo al escribir esto, lo siento. Seguro que tienes razones
perfectamente buenas para celebrar la Navidad, y lo que acabo de escribir puede
ser interpretado como un ataque. Si lo es, me disculpo. Por supuesto que tienes
derecho a celebrar lo que quieras, pero entonces debo preguntar por qué, o por
lo menos pedirte que examines los motivos.
Me parece que ya
he sacado toda la bilis de mi sistema (gracias por aguantarme hasta aquí), así
que es hora de hablar sobre algo que me gusta. ¡Un especial navideño de Futurama! Si nunca has visto Futurama… ¿a qué demonios estás
esperando? Pero si no conoces la serie, es un dibujo animado creado por Matt
Groening (a diferencia de Los Simpson,
ésta pudo terminar con su dignidad intacta), una especie de comedia laboral
(como The Office o The IT Crowd) en el año 3000. Los
protagonistas son Fry, un repartidor del Siglo XX bastante cateto que fue congelado y despertó
en el futuro, Leela, una mujer cíclope huérfana que cree que sus padres procedían de
otra galaxia (los que han visto la serie, que no digan nada) y Bender, un robot
borracho al que le encanta robar cosas. Juntos trabajan en el Planet Express,
una compañía de transporte intergaláctico, junto con el Profesor Farnsworth,
Hermes Conrad, Amy Wong y Scruffy, el Portero.
Y también el Doctor Zoidberg,
supongo.
Éste episodio se
llama Cuento de Navidad (Xmas Story, T2, E8, Peter Avanzino, 1999), y parece otro de tantos de su tipo. Fry y Leela lamentan no tener a nadie con
quien celebrar las fiestas, pues ambos están solos, hieren los sentimientos del
otro y buscan la forma de compensarse mutuamente. Entretanto, Bender hace de
las suyas haciéndose pasar por un robot indigente para que le den alcohol
gratis. Nada nuevo por aquí. Lo ingenioso del episodio es su villano principal:
Papá Noel. En el
2700-y-pico, una compañía inventó un robot que adoptara el rol de Papá Noel. El
problema es que cometieron un error al programarlo, y sus estándares morales
son un poco…estrictos. Básicamente, considera que todos han sido muy, muy malos
y se dedica a rondar la noche de Navidad buscando a personas malas a las que
cargarse. Con un bazuca. El episodio, por lo tanto, se convierte en una
persecución en la que las víctimas son cazadas por un robot asesino (un poco
como Terminator, ahora que lo
pienso), y se revela el verdadero significado de la Navidad: es la fiesta en la
que todo el mundo se reúne en familia…porque si Papá Noel te pilla en la calle
estás muerto. Esto me encanta, y no (sólo) porque anhelo el sufrimiento de
otros seres humanos. Es una inversión de los empalagosos mensajes seculares de
películas navideñas sobre que si es la fiesta para cuidar los unos de los
otros, y estar todos juntos. Futurama
dice que claro que es para estar todos juntos: ¡de lo contrario eres carnaza!
Seamos sinceros,
no es un episodio con un pensamiento especialmente profundo, pero disfruto
soberanamente de la versión monstruosa de Papá Noel y sobre la subversión que
se hace de la iconografía de la Navidad secular. Sin duda, un clásico. La única
otra historia navideña que se acerca a Futurama
es Papá Puerco, de Terry Pratchett,
aunque ésta triunfa porque hace indagaciones metafísicas en conceptos de
identidad, celebración y narrativa. No tienen mucho que ver, salvo porque en
ambos Papá Noel tiene una apariencia…mortífera.
¡En todo caso,
gracias por leer, y feliz Navidad, Invernilia o lo que sea que celebres! ¡Y
feliz 2020!
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