Últimamente he estado jugando bastante a Astral Chain, un videojuego para la Nintendo Switch desarrollado por Platinum Games, el mismo estudio (pero no necesariamente los mismos artistas) responsable de Bayonetta, Vanquish y Nier Automata, ese juego en que te diviertes con una soubrette con los ojos vendados… ¿He sonado como un pervertido? Creo que he sonado como un pervertido.
El que diseñara el vestido de 2B (la chica del pelo blanco) tiene muchas preguntas que responder. |
Hay mucho que
recomendar sobre la última obra de Platinum Games. Juegas como uno de dos
gemelos (hombre o mujer) en una unidad policial llamada Neuron, que defiende
los restos de la humanidad contra ataques de criaturas extradimensionales,
atando varias de dichas criaturas a tu muñeca por medio de la tecnología de
Cadena Astral del título. Más o menos la mitad del juego la pasas en zonas
invadidas por abominaciones o en el temible Plano Astral, soltando sopapos a monstruos,
fantasmas y mutantes con tu bastón policial, la otra mitad la pasas
investigando crímenes o relacionándote con otros polis futuristas en la
oficina. La mayoría de mecánicas están bien implementadas, tiene buena estética,
buen doblaje, una música…bastante japonesa, pero no se lo voy a echar en cara y
equilibra muy, muy bien los momentos de acción con los de tranquilidad,
haciendo buena yuxtaposición. Pero todo esto viene lacrado por un defecto
bastante peculiar a los videojuegos: el protagonista silencioso.
Para los que no
tengan experiencia con los videojuegos y no sepan a qué me refiero, permitid
que explique. En la mayoría de juegos controlas los movimientos, y a veces las
decisiones de un único personaje, ya sea uno que ves en pantalla (un juego en
3ª persona) o aquel a través de cuyos ojos estás mirando (un juego en 1ª
persona). Ese personaje se suele denominar “personaje jugador”, “avatar”, o a
veces simplemente protagonista. Una convención casi exclusiva de los videojuegos
es que muchos de esos avatares no abren la boca (salvo quizás para gruñir de
dolor cuando reciben un golpe). Puede haber escenas enteramente animadas con
voces (o cajas de texto) en la que otros personajes te dirigen la palabra (a
ti, en virtud de personaje jugador), te dan instrucciones, te vacilan o te
hacen ofertas, y de algún modo son capaces de realizar elaborados diálogos
contigo sin que tú digas esta boca es mía. Ésta peculiaridad tiene sus orígenes
en las limitaciones técnicas de muchos juegos hoy en día considerados clásicos
(como Doom), y se mantiene por
diversos motivos, desde preservar la tradición de diversas series hasta motivos
de empatía e inmersión. Lamentablemente para Astral Chain, no veo ningún motivo (al menos ninguno bueno) por el
cual el protagonista no podía tener voz (ni nombre, a decir verdad). Veamos
cómo funciona la cosa en éste juego.
Controlas a uno
de los dos hijos adoptivos del Capitán Howard, uno un hombre, la otra una
mujer. El protagonista no tiene nombre fijo, así que o bien se lo pones tú o
bien le escoges uno al azar. Escogí un varón (con una melenaza pelirroja
peinada hacia atrás), y me salió de nombre Ryo Howard. Tu gemelo siempre se
llamará Akira Howard (independientemente de su género; en mi caso, era mujer).
Aquí ya empezamos con un problema. Ni los jugadores ni los personajes tienen un
nombre concreto al que aferrarse al referirse a tu personaje. Cuando piensas en
los grandes personajes del videojuego, te salen los nombres: Mario, Pacman,
Cloud Strife, Guybrush Threepwood, Link, etc. Incluso el personaje jugador de Mass Effect, el cual podía ser hombre o
mujer con cualquier nombre de pila, tiene un nombre memorable: Comandante
Shephard. En Astral Chain se refieren
a ti como “uno de los hijos de Howard”, “los Gemelos Howard” o, si tienes
suerte, Legionis (el rango del personaje). Esto hace que los diálogos
(completamente animados y con voz, te recuerdo) resulten un poco…raros. Nunca
se dirigen a ti de nombre. Esto es menos desconcertante en juegos como Dark Souls o Hollow Knight, donde todo el mundo parece estar loco y andar a su
propia bola. Tiene menos sentido en una aventura en la que eres el un respetado
héroe de la policía.
Poder escoger el
género del protagonista puede estar bien, pero lo encuentro, en muchos casos,
innecesario. No sólo hace que sea más difícil obtener una imagen mental del
personaje, no sólo hace que sea difícil de creer que todo el mundo te trataría
exactamente igual tuvieras cromosoma XX o XY, sino que, cuando el héroe tiene
que decir algo, ¿qué haces? O bien contratas a dos dobladores, uno para hacer
la versión masculina y otro la femenina, o bien no contratas a ninguno y el
personaje no dice nada de nada. Obviamente, fueron por la segunda opción.
Espero que no fuese por tacañería.
En breve, que la
posibilidad de escoger el género, apariencia y nombre del protagonista lo
fuerza, al menos en éste caso, a ser silencioso, lo cual sólo logra que esté
fuera de lugar en el contexto del resto de personajes, lo cuales hablan,
gesticulan, se relacionan y expresan sus emociones constantemente. En otras
palabras, su silencio fue una mala elección. Habiendo dicho esto, ¿qué ejemplos
hay de protagonistas de videojuego cuyo silencio no irrumpe, o incluso mejora
la experiencia del juego? En éste caso, estoy hablando de protagonistas que
son, por derecho propio, personajes, no sólo marionetas vacías para el manejo
del jugador, y qué aporta su silencio a la caracterización o juego.
Mario
Todos
conocemos a Mario. Incluso si nunca has jugado un videojuego en tu vida, le has
visto la cara a éste entrañable italiano. El más conocido personaje de Nintendo
y de Shigeru Miyamoto, el rechoncho fontanero convertido en héroe del mágico
reino de las setas no es un hombre complicado. Cada vez que la Princesa Peach es
secuestrada por Bowser o por alguna otra entidad, él va al rescate,
preferiblemente pegando brincos (pues eso es lo que mejor hace, y hace mejor
que nadie) mientras ríe, y su alegría es tremendamente contagiosa. A lo largo
de las décadas ha soltado alguna palabra: “It’s a-me, Mario!” “Hello!”
“Ravioli…”, e incluso “Peach!”, siempre acompañado de su exageradísimo acento
italiano. De modo que Mario no es técnicamente mudo, pero desde luego no es
capaz de dar conversación (al menos la princesa sabe escribir cartas). Lo que
más suele decir es “Hop! Hop! Wahaaa! Yahooooo!”, cuando salta. Su capacidad dialéctica
es similar a la de Kirby o Dirk el Valiente. Pero si Mario empezase a hablar
oraciones complejas y coherentes, sería extremadamente desconcertante. Más que
cualquier otro videojuego, Mario evoca la estética de los juguetes: Mario mismo
parece más bien un peluche con el poder de saltar cuatro veces su propia
estatura y machacar tortugas con los pies. Y si los juguetes se pusieran a
hablar, eso sería aterrador.
Vale, mal
ejemplo.
Link
El otro
héroe de Nintendo especializado en rescatar princesas, el Héroe del Tiempo.
Link ha tenido muchas encarnaciones distintas en sus distintos juegos: ya sea
un niño del bosque o un apuesto mozo, Link siempre ha de despertar para encontrar
la Espada Maestra (o la Trifuerza, según sea el caso), derrotar al malvado
Ganon y salvar a la bella Zelda y el reino de Hyrule. Link es un poco simplón,
pero tiene emociones y reacciones propias (personalmente, me encanta su
expresión de vergüenza en Breath of the
Wild cuando recibe la bendición de una Gran Hada). Link es, en cierta
manera, muy normal. Extremadamente normal, de hecho. Tan normal como, digamos,
tú, querid@ jugador@. En efecto, Link es nuestro avatar (nuestro “eslabón”, si
me admitís el juego de palabras) a los juegos de La Leyenda de Zelda. Él es un oasis de normalidad en un mundo de
monstruos, espíritus y princesas encantadas. Tiene que ser silencioso porque, si hablase, serían sus propias
palabras, no las mías ni las de ningún otro jugador. Además, sospecho que a las
chicas de Hyrule les gusta un hombre que escucha, ¿y quién escucha mejor que
uno que no habla? En serio, Link, ¿cuál es tu truco?
Samus Aran
En la soledad del
espacio profundo, ¿con quién puedes hablar? Samus Aran, la heroína espacial de
la serie Metroid, es uno de los casos más icónicos de protagonistas mudos, en
parte porque averiguamos, de mala manera, lo que pasa cuando éstos obtienen
voz. Los juegos de Metroid, en los que guías los pasos de esta blindada
aventurera espacial por extraños ecosistemas alienígenas, son experiencias
intensamente atmosféricas y aislantes, con elementos de misterio y terror.
Estás metido en éste meollo con ella, pero ésta mujer es taciturna, y no le
gusta dirigirte la palabra. Saltará de un lado a otro y disparará contra
monstruos, pero no esperes que ella te dé ánimos. El planeta Zebes es hostil y
cruel, y sólo los duros pueden sobrevivir.
Hay toda una dama debajo de esa coraza. |
Sé de dos juegos
en los que Samus ha hablado. En Metroid
Fusion, ella tiene monólogos entre distintos capítulos del juego, expresando
sus pensamientos, miedos y memorias. Aunque no es desastroso, elimina parte del
misterio que forma parte inseparable de ella. Por otra parte, Metroid: Other M es considerado como uno
de los peores juegos de todos los tiempos en parte por la forma en la que se le
dio voz a Samus: monótona, aburrida y sosa como el color gris, reduciendo una
persona arisca pero fuerte en una ñoña llorosa. A veces el silencio habla más
que las palabras.
Doomguy
Cuando las
colonias humanas en Marte son invadidas por las huestes del Infierno, un hombre
las va a rechazar, con una escopeta en una mano y una motosierra en la otra. En
efecto, el Marine de Doom (o
“Doomguy”, para los amigos) es básicamente un tío musculoso que sólo sabe matar
demonios (véase también B. J. Blaskowitz exterminando Nazis en Wolfenstein 3D). En sus distintas
versiones, el Marine siempre ha sido silencioso (salvo cuando le disparan, lo
que le hace gruñir o gritar). En los juegos más antiguos (Doom y Doom 2) no
resultaba extraño, dado lo primitiva que era la tecnología de esos juegos, pero
en Doom 3 y Doom (2016), en la que distintos personajes se comunican con él,
resulta peculiar. Pero el Marine es comunicativo. Ya sea por medio del retrato en
la parte baja de la pantalla sonriendo cuando encuentras un arma nueva o
mediante su brutalmente elocuente lenguaje corporal, semejante al de un gorila
furioso, somos capaces de percibir el estado emocional de Doomguy. No es
difícil de descifrar. Por lo general, está contento cuando mata monstruos, y
enfadado cuando no está matando monstruos. Igual que el jugador, en cierta
forma.
El Soldado / Jack
/ Chel
A nivel
narrativo, uno de los usos más intrigantes del protagonista silencioso es aquel
que enfatiza la sensación de ser prisionero o esclavo de un poder mayor. Los
protagonistas de nada menos que tres clásicos indiscutibles se suscriben a éste
método. “El Soldado” de System Shock 2,
“Jack”, de Bioshock, y Chel, de Portal. Los tres son juegos en primera
persona en los cuales controlas a una persona por un entorno hostil mientras te
guía una voz, ya sea por altavoces o audífonos, y en todos esos casos la voz,
que inicialmente se muestra amable y comprensiva se revela como un monstruo
cruel y manipulador. En System Shock 2,
te despiertas en una nave espacial invadida por monstruos, y recibes
instrucciones de una doctora sobre cómo librarte de los mutantes, pero acabas
descubriendo que esa voz pertenece en realidad a Shodan, una malvada
Inteligencia Artificial con complejo divino que trata de adueñarse de la nave.
En Bioshock, Jack llega a la ciudad
subacuática de Rapture, antaño una utopía individualista, ahora presa del caos,
la locura y la mutación y dirigida por el puño de hierro de su fundador, Andrew
Ryan. Un superviviente llamado Atlas contacta contigo por radio y te explica el
camino que tendrás que tomar para llegar a un batiscafo, pero para ello tendrás
que enfrentarte a Ryan. Se revela que Atlas es en realidad un infame llamado
Fontaine que, como buen parásito, te está usando a ti para apoderarse de
Rapture. En Portal, Chel es la sujeto
de pruebas de una serie de experimentos científicos sobre el uso de una
innovadora tecnología (la pistola de portales), guiada por Glados, una IA
extrañamente sarcástica, pasivo-agresiva y empeñada en meterte en pruebas
letales. Al menos te asegura que habrá tarta.
En todos estos
casos se revela que tu benefactor es, en realidad, el villano de la obra, y lo
que al principio parecen instrucciones útiles no son sino órdenes
dictatoriales. El silencio de los protagonistas es indicativo de su
complacencia inicial con la manipulación del villano. No es difícil imaginar
que, una vez libres de su influencia, tu avatar sólo responderá a los mensajes
de su antiguo amo con los mismos insultos y tacos que tú. Esto se combina con
el hecho de que los tres juegos son en primera persona, haciéndote ver lo mismo
que los personajes, de modo que no puedes leer sus expresiones, que no son sino
las tuyas propias.
Por ser justo,
Jack dice unas pocas palabras justo al comienzo de Bioshock, y El Soldado dice exactamente una justo al final de System Shock 2, de modo que su estatus
de mudos es cuestionable, pero vamos a considerarles silenciosos durante el
99.5% de sus respectivas historias.
El Chico / Red
Los dos primeros
juegos de Supergiant Games, Bastión y
Transistor, poseen ciertas
similitudes notables. En ambos controlas a un personaje, un chaval con un
enorme martillo y una guapa pelirroja con una espada gigante que habla,
respectivamente, y oyes su voz cuando jadean, pero no sus palabras. Lo que sí
oyes, en cambio, es la voz de un personaje que hace las veces de narrador, en ambos
casos doblados por Logan Cunningham (una de las voces masculinas más sexis que
jamás he escuchado).
En Bastión, Cunningham presta su voz a
Rucks, el ingeniero que creó el Bastión del título y que da instrucciones al
Chico sobre las piezas que necesita. La voz de Rucks permea toda la obra, desde
los flashbacks a los combates a las diferentes conversaciones que tiene nuestro
protagonista. Es entonces cuando te das cuenta de que Rucks le está narrando tu
historia a otra persona a la que no podemos ver. Tú estás manejando al Chico,
pero eres realmente el actor que interpreta una historia, no el narrador que
la cuenta (¡Esto, damas y caballeros, es arte colaborativo!). El Chico habla,
es capaz de entablar conversación, pero nunca lo oímos sino por boca del
narrador.
En Transistor, por otra parte, Cunningham
hace del Transistor del título, una especie de espada gigante capaz de
almacenar las personalidades digitalizadas de varias personas. Controlas a Red,
una cantante de ópera que ha perdido la voz a causa del ataque de los villanos,
mientras que el Transistor exhibe la personalidad de, probablemente, el antiguo
guardaespaldas o quizás amante de la heroína. Por lo tanto, el Transistor te da
instrucciones durante la aventura pero, a diferencia de Glados, Shodan y Atlas,
que siempre permanecen separados de ti, él permanece contigo, y percibes la
relación creciente entre los dos. La voz de Cunningham, en éste caso, es la de
alguien que te acompaña y que sientes que te tiene mucho afecto, e incluso que
está enamorado de ti. Valga decir que Red es capaz de tararear durante el
juego, y al final tiene una o dos líneas de boca de la voz no menos seductora
de
Ashley Barrett.
En ambos casos,
el silencio del personaje permite al jugador establecer una conexión personal
con la voz constante, ya sea la del narrador o la del acompañante. Sus palabras
no van dirigidas sólo hacia el Chico o Red, van hacia ti. Una variante de
ésta idea puede ser apreciada en Thomas
was Alone, de Mike Bithell, con la voz de Danny Wallace.
Protagonistas de
RPGs tradicionales
La última
posibilidad de la que no he hablado es de los Juegos de Rol (RPGs) de vieja
escuela, con series como Fallout, The Elder Scrolls y Ultima permitiéndote crear personajes casi desde cero. Una cosa que
caracteriza estos juegos son los elaborados árboles de diálogos en los que te
enzarzas, de modo que emplear un actor de voz podría ser prohibitivamente caro.
No sólo eso, sino que reduciría la sensación de personalización, el que el
personaje que controlas es tu propia criatura, y que eres tú quien decide la
clase de persona que es. Una voz pre-existente limitaría la imaginación y
sensación de propiedad sobre dicho personaje, aunque eso no ha detenido a
series como Mass Effect.
Hay muchos más
casos notables de protagonistas silenciosos, como el inexplicablemente carismático Gordon Freeman (no
confundir con los explicablemente carismáticos actores Morgan Freeman y Martin
Freeman), el Caballero Hueco, Dirk el Valiente, Yoshi, Rayman, los Castle
Crashers, Donkey Kong, Octodad, Stanley y muchos otros, la mayoría de los
cuales responden a funciones similares a las que he descrito arriba.
De modo que,
después de haber analizado éstos ejemplos, debo preguntar: ¿Qué propósito
artístico, narrativo o estético sirve el silencio del protagonista en Astral Chain? No creo que sirva para
evocar inocencia y jovialidad, como Super
Mario, pues es un juego lleno de
abducciones y monstruos. No permite enfatizar la sensación de soledad y
aislamiento, como hace Samus en Metroid,
ya que otros personajes se comunican contigo constantemente, ya sea en persona
o por radio. No da pie a la expresividad física de Doomguy. No produce la
sensación de que el protagonista es un títere en las manos de un manipulador
omnisciente, como en System Shock 2,
Bioshock y Portal. No es el fruto
de un narrador que te acompaña a todos lados, como en Bastión y Transistor,
pues lo único que te acompaña a todos lados en un rugiente monstruo encadenado.
Y tampoco puedo decir que sea como en los RPG al estilo de Fallout, ya que tu héroe tiene una actitud bastante predeterminada
y las escasas ocasiones en los que se abren opciones de diálogo tienen muy
pocas consecuencias. Lo mejor que se me ocurre es compararle con Link, el mudo héroe
de la Leyenda de Zelda. Al fin y al
cabo, el protagonista es una persona relativamente normal en un mundo extraño,
lo cual debería ser un vector perfecto para que un jugador se metiese de lleno
en el juego. El problema con esto es que, en los juegos de Zelda, Link sólo
tiene que preocuparse de viajar un poco, entrar en una mazmorra con monstruos y
tesoros y rescatar a la princesa. Los personajes estrafalarios rodean a Link
como moscas a un caballo. En Astral Chain,
por el contrario, tienes que encargarte de investigar desapariciones,
establecer procedimientos y mejorar tus relaciones con tus compañeros de
trabajo, a la vez que tienes momentos de tragedia personal. De modo que no veo
ninguna buena razón para mantener al protagonista silencioso (y sin nombre).
Curiosamente, hay
otro juego que hace las cosas de manera muy similar a Astral Chain en lo que se refiere al protagonista, pero las hace
generalmente mejor: Fire Emblem: Three
Houses. Controlas al nuevo profesor de una escuela de fantasía (tipo
Hogwarts) con un pasado misterioso. Aunque puedes ponerle nombre, te viene uno
dado: Byleth. Eso ya está mejor. Ya tienes algo a lo que agarrarte. Puede ser
hombre o mujer, pero la cosa funciona mejor porque a) su apariencia sólo cambia
según el género que le escojas, con lo que tu imagen mental resulta más nítida
y b) estoy casi convencido de que los otros personajes no tienen exactamente
la misma actitud hacia ti (sospecho que
hay posibilidad de enamoramientos).
Aunque Byleth no
tiene voz salvo durante combates, es capaz de hablar con otros personajes, y
escoger unas pocas opciones de diálogo. Igual que Astral Chain, son pocas elecciones, pero lo compensan sucediendo
bastante a menudo y teniendo un efecto de juego específico: mejorando tu
relación con los otros personajes, haciendo que combatan mejor juntos.
El aparente
silencio de Byleth en Fire Emblem: 3
Houses tiene, además, dos efectos narrativos visibles. La primera, y menos
importante, es el hecho de que algunos personajes confiesan que, al principio
del juego, Byleth les parecía…hueco. Como carente de personalidad y alma, de
memorias y de pasado. Este detalle forma parte que del misterio que hay detrás
de Byleth, pero también refleja cómo el jugador desconoce la realidad oculta de
la historia (no la he terminado, así que no hagáis espóileres). El otro efecto
es que, durante escenas de diálogo, el silencio del protagonista permite
resaltar la personalidad de los personajes con los que conversas, sus
actitudes, conflictos y deseos. De primeras no suena distinto a lo que haces en
Astral Chain. Sin embargo, en Astral
Chain el que importa no son los personajes que te rodean, sino tú, mientras que
en Fire Emblem: 3 Houses, la gente
con la que te codeas es vital: al fin y al cabo, también los controlas a ellos, de modo que relacionarte con ellos
resulta imprescindible.
Parece que me he
estado cebando con Astral Chain, pero no quiero que ése sea el mensaje de éste
artículo. Es un juego de acción auténticamente bueno, hecho con cariño e
inteligencia por uno de los estudios más queridos del momento. Pero la equivocada elección del tipo de protagonista le impide ser mejor de lo que es. Lo que he
escrito es un recordatorio de la forma sigue la función: los distintos aspectos
de una obra de arte tienen que tener un uso específico que refleje las
intenciones artísticas de los creadores: una novela rosa no debería contener
prosa seca y minimalista, una película requiere una banda sonora que haga eco
del estilo y las emociones que el filme trata de evocar, un tebeo necesita un
estilo artístico correspondiente con el tema. Del mismo modo, un videojuego
necesita un protagonista silencioso si tiene un propósito concreto, y una voz
en el resto de casos.
¿Qué opinas tú?
¿Estás de acuerdo o en desacuerdo? Escribe en los comentarios lo equivocado que
estoy.
¡Gracias por
leer!
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