En 1997, Luc
Besson nos dio El Quinto Elemento,
una aventura espacial inspirada en comics franceses que se suele contar entre
las favoritas de muchos amantes de la ciencia ficción por su imaginación
desbordante, su humor desenfadado, su estética desvergonzadamente ridícula y
los ojazos de Mila “Multipase” Jovovich. Este año, Besson vuelve a los más
lejanos confines del Tiempo, el Espacio y la Imaginación con Valérian y la Ciudad de los Mil Planetas,
basada en los seminales comics de Christin y Mézières. Se trata sin duda alguna
de una de las películas más interesantes que he visto este año, si bien por motivos variados. ¿Es buena película? ¿Es buena adaptación?
Como ya he
indicado, la película está inspirada en una serie de comics franceses del
escritor Pierre Christin y del dibujante Jean-Claude Mézières, conocida como Valérian y Laureline, o Valérian, Agente Espacio-Temporal. A lo
largo de más de una veintena de álbumes, estos cómics relatan las aventuras dos
de los agentes del Servicio Espacio-Temporal de Galaxity en el Siglo XXVIII,
Valérian, fuerte, leal y viril, pero un poco burro, y Laureline, ingeniosa,
encantadora e irreverente. A bordo de su aparato, la Astronave XB982, estos dos
héroes surcan el cosmos como exploradores y agentes de la Ley de la Tierra. Con
ellos, visitamos planetas fantásticos, conocemos alienígenas asombrosos y
disfrutamos de manjares y placeres que no tienen equivalencia en ninguna lengua
humana. Fueron alabados por el mismísimo Will Eisner, el santo patrón de los
cómics en occidente. Estos cómics se suelen citar como una gran inspiración
para La Guerra de las Galaxias (junto
con obras como Flash Gordon, La Fortaleza Escondida y Una Princesa de Marte), pero lo cierto
es que, hasta ahora, sólo El Quinto
Elemento había logrado adaptar el manantial de imaginación visual de Valérian. La pelícla de la que escribo
ahora es, en gran medida, un pastiche de varios álbumes de la serie, incluyendo
la localización de El Embajador de las
Sombras, el título de El Imperio de
los Mil Planetas, los robots de La
Ciudad de las Aguas Movedizas y algunos monstruos presentes, según creo
recordar, en Las Armas Vivientes. Así
que esta película tiene un elevado pedigrí al que hacer honor. ¿Lo logra, o le
llevan las coordenadas de hipersalto directo a una supernova?
Los creadores del cómic realizaron este dibujo como guiño. |
Debo empezar
señalando que Valérian y la Ciudad de los
Mil Planetas logra mejor que casi cualquier otro filme jamás realizado el
trasladar, no ya personajes, sino mundos enteros, de la página impresa a la
gran pantalla. Es un manjar para los sentidos, de tal modo que incluso el James
Cameron que nos dio joyas como Avatar
se quitaría el sombrero ante el cosmos que nos conjura Luc Besson. Los colores,
los sonidos, las criaturas, los vehículos, las ropas, las armas, los planetas,
los platos que comen y las joyas que llevan...no existe nada similar en el
cine, al menos no estos días. El nivel de imaginación que muestran los
creadores es sencillamente espectacular. En cierta forma, se asemeja a una
película clásica de James Bond en los
60: la trama, que concierne al secuestro de un oficial y su búsqueda en la estación espacial Alfa, donde todas las especies inteligentes tienen hogar, es principalmente una excusa para visitar los lugares más
extraordinarios y conocer la gente más interesante del mundo (y luego, si hay
suerte, ver cómo se pelean). Y, en ese sentido, funciona la mar de bien:
mantiene un buen ritmo, siempre hay peligros y emociones a la vuelta de la
esquina, nunca hay un momento aburrido y nos lleva a los espectadores a pelear
con alelados ogros alienígenas y a ver a Rihanna bailar en una barra vestida como Liza Minelli (luego
vuelvo con esto).
Pero también es
preciso declarar que Valérian es una
película muy tonta. Y, en principio, no hay nada de malo en eso. Muchas de mis
películas favoritas, en realidad, oscilan entre un poco y bastante tontas, como
300, Las Aventuras de Robin Hood, Los
Vengadores, algunas pelis de 007 como Goldeneye
y Goldfinger, King Kong, los dibujos animados de Superman de los Hermanos Fleischer y, por supuesto, El Quinto Elemento. El problema es que Valérian es tonta en el aspecto en el
que todas las demás películas están bien posicionadas: los protagonistas. Mientras
que Leónidas y Jerjes, Robin Hood, Lady Marian, el Príncipe Juan y Guy
Gisbourne, Iron Man, Hulk, Thor, el Capitán América, Viuda Negra y Loki, James
Bond y Auric Goldfinger, Anne Darrow y Kong, Superman y Lois Lane, Corben Dallas
y Lilu son todos personajes claramente definidos y memorables con los que
anclar la locura de la historia, tonta como pueda ser, Valérian no tiene el beneficio de un héroe homónimo de esa
categoría.
Mis problemas,
tanto con el propio Valérian como con Laureline, tienen que ver con la
adaptación del cómic a la pantalla y con el casting (ambos aspectos, en
realidad, forman parte de la misma crítica) y con la caracterización de los
mismos durante el filme. Obviamente, debo explicarme. Puesto simplemente, Dane
de Haan y Cara Delevingne no son los actores correctos para estos personajes. Con
esto no pretendo decir que sean malos actores. Dane DeHaan fue excelente como
el trágico Andrew en Chronicle, y
Delevinge…fue muy graciosa en Escuadrón
Suicida (una pena que no fuese esa su intención). Pero, en esta película, son
bastante malos. El peor de los dos es sin duda DeHaan, el cual, con sus rasgos
suaves y lampiños y su apariencia juvenil, trata en vano de convencernos de que,
sí, en serio, es un tío duro. No cuela. No cuela en absoluto. Y, para completar
la imagen, interpreta a Valérian como un héroe de vieja escuela más bien
chulito y arrogante. El Valérian de los cómics, alto, fornido y con fuertes
rasgos mediterráneos, sí que es un héroe de vieja escuela. Con él funciona. Y tampoco
es tan arrogante. En cuanto a Delevinge…es modelo, obviamente es guapa y
atractiva y tiene encantos. Pero la Laureline de los cómics no es sólo guapa. La
Laureline de los cómics enamora. Te
desarma con la sonrisa, te derrite con los ojos. Quizás sea sólo cosa mía, pero
Delevingne no tenía ese efecto ni de lejos. Y su personaje no tiene su dulzura
ni su carisma. En una ocasión trata a unos informantes con agresividad e
incluso con violencia, cuando la heroína que me es familiar les hubiera
sonsacado la información con una sonrisa y con un buen soborno.
Para terminar de
perfilar este desastre, la caracterización de los héroes es un lío monumental. Al
principio, los roles de este par está invertido con respecto al de sus
contrapartidas originales, es decir, que Valérian es un malote (él mismo lo
afirma) y un ligón y no se atiene a las normas, mientras que Laureline es una “chica
buena” recién salida de la universidad. Sin embargo, al final del clímax de la
película, nuestro hombre musita “Soy un soldado, sigo órdenes”, mientras
Laureline grita “¡Al cuerno con el protocolo!”, y yo sin haberme enterado de
cuándo tuvo lugar el cambio. Todo esto también me lleva a mencionar la dinámica
entre los personajes: no funciona bien. Valérian está supuestamente enamorado
de Laureline, pero nunca resulta convincente. A riesgo de resultar pesado, el
amor que se profesan los dos en el cómic funciona porque son compatibles y
porque llevan tiempo y experiencia juntos. En la película, aquella es
prácticamente su primera misión juntos.
Estaba pensando en hacer una lista de los #25 Personajes más sexys del cómic. Adivina quién estaría presente. |
He criticado el
hecho de que Delevingne no haya causado ni por asomo el efecto que una heroína
con el sex appeal de Laureline debería. Curiosamente, para el breve tiempo que
está en pantalla, la que sí tiene ese efecto es Rihanna, una de las cantantes
más seductoras que trabajan a día de hoy. Resulta que, además de todo, es una actriz
realmente buena, muy convincente y, si no otra cosa, memorable. De hecho,
durante la película no dejé de pensar que ella era mejor Laureline que la que
teníamos. Era graciosa, entrañable y adorable, además de hacer que el corazón
de los presentes se acelerara peligrosamente.
Bienvenido a tus más inconfesables fantasías, mein lieben herr. |
En resúmen, que los
héroes, el pegamento que junta las partes dispares de cualquier película de
aventuras, resultan ser un fracaso bastante estrepitoso, tanto como
adaptaciones de personajes clásicos como por derecho propio. Eso significará
que no recomiendo la película, ¿no es así?
¿Es una broma? ¿Dónde
si no verás la formación de una Federación Estelar al son de David Bowie? ¿Dónde
si no verás mercaderes de información Shingouz tramando artimañas? ¿Dónde si no
verás Transmutadores de Bluxte defecando perlas incalculablemente valiosas? ¿Dónde
si no verás planetas enteros hechos de coral? ¿Dónde si no verás un glamurópodo
bailar para tu deleite? ¿Dónde si no verás mercados interdimensionales donde
todo lo que puedas imaginar se vende? ¿Dónde si no verás Medusas Corticales
adheridas al lomo de gigantescos Groubos machos? ¿Dónde si no verás una estación espacial compuesta de las variadas atmósferas, ecosistemas y civilizaciones de un millar de especies? ¿Dónde si no verás los
exquisitos manjares presentados ante el Emperador de los Bagulines? A pesar de
sus fallos, graves como son, esta es una película que hay que ver. Probablemente
no se convierta en un clásico, como El
Quinto Elemento o Avatar, pero Valérian y la Ciudad de los Mil Planetas
merece ser vista. Si tienes un cine cerca y la proyectan, ve a verla, no lo
dudes ni un instante.
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