martes, 2 de abril de 2013

ALIEN, EL OCTAVO PASAJERO



El lema lo dice todo: "En el espacio, nadie puede oír tus gritos". Obra maestra de Ridley Scott, es el epítome del horror espacial, un horror en el que la Naturaleza es más hostil que benévola, en el que el casco de la astronave y la protección de tu traje espacial es la única defensa que tienes en el entorno más letal del mundo: fallos en la comunicación, despresurización, micro-meteoritos impactos, radiaciones y la gravedad cero-, los peligros del espacio. Pero el mayor peligro es lo que está ahí fuera para cazar a la tripulación de la Nostromo. Eso es lo que el Alien es: es la más mortífera manifestación de una Naturaleza indiferente a la Humanidad, a la que no le importa el valor de los seres humanos, sino que sólo está interesada en matar para sobrevivir. El Alien evoca en el imaginario colectivo aquellas noches de antaño, en la que la gente se reunía alrededor de fogatas para mantener el calor y protegerse de los depredadores que los cazaban. El Alien nos recuerda el antiguo miedo que tenemos los seres humanos de hacer frente a una fuerza natural que no entendemos y que fácilmente nos puede matar, pero transportada al nuevo ecosistema en el que la humanidad pueda un día caminar: el profundo vacío del espacio interestelar. Ese es el terror de Horror Espacial: el terror de Alien, el octavo pasajero.
Pero xenomorfo de Scott, ya que sería nombrado en la secuela de James Cameron Aliens: El retorno es más que un animal hostil y depredador: va más allá de la brutalidad, pues sus hábitos incluyen una crueldad semejante a la de los humanos, y un medio de reproducción que es, de hecho, un insulto al sexo y el apareamiento. No mata por la necesidad de alimento o protección (ya que no se lo ve comer a sus víctimas, y podría simplemente alejarse de sus enemigos), sino que ataca simplemente porque puede hacerlo. Y el sistema de reproducción de la criatura es igual de horrible: El famoso llamado "facehugger"(abrazacaras) hace su trabajo a través de un método que nos recuerda asquerosamente a la violación oral (que es, de hecho, un medio de inseminación), y la aparición del " chestbuster " (revientapechos) es muy similar a la del nacimiento de un bebé humano llevado a mal, con la vida de la madre en peligro. La cosa es que el Alien obliga a sus víctimas, ya sean mujeres u hombres, para ser madres de la nueva vida. Tal vez por eso la criatura nos horroriza así: la propia criatura es natural, pero sus actos son perversamente antinaturales, quizás recordándonos que puede que incluso a la propia Naturaleza le den igual sus reglas.
Su valor estético aparte, Alien es una de las películas de monstruos que produce más terror, miedo e inquietud por todas estas razones, despertando sensaciones latentes que duermen por debajo de nuestra civilización y nuestra separación de lo peor de la naturaleza, ya que nos recuerda nuestra fragilidad frente a un universo que es, en su esencia, fundamentalmente salvaje. Es el temor al colmillo y a la garra. Simplemente ha sido trasladado al espacio.

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